OPINION
En 1972, durante una conferencia en la “American Association for the Advancement of Science”, Edward Norton Lorenz lanzó la siguiente pregunta: “Predictibilidad, ¿el aleteo de una mariposa en Brasil hace aparecer un tornado en Texas?” Esta anécdota es parte de la historia de la teoría del caos y, en particular, del efecto mariposa. Me gusta esta teoría. Yo la entiendo como que todo está conectado y en este caos que es la vida hay un orden aparente donde el breve aleteo de una mariposa puede ocasionar un tornado en otra parte del mundo. Bien, dejemos esta teoría por un momento.
La electricidad puede generarse a través de muchos procedimientos. Dos de ellos destacan en el mundo, la termoeléctrica y la hidroeléctrica. En la primera, la termoeléctrica, usualmente “se quema” gas natural u otro combustible para generar electricidad; en la segunda, se aprovechan los caudales de agua para generar la misma electricidad. De hecho, dos de los proyectos de integración energética más importantes de América del Sur son el gasoducto Bolivia-Brasil y la represa de Utaipú, ambos relacionados con la generación “termo e hidro” como usualmente se conocen en la industria.
Vamos con la tercera pieza de este rompecabezas. En Brasil utilizan nuestro gas, el gas boliviano, para la generación de electricidad (con plantas termoeléctricas) y para el consumo industrial. De esta manera, cuando la economía brasileña crece entonces el sector industrial está más activo y, por tanto, utiliza más gas natural, entre ellos, el gas boliviano. Por otra parte, cuando en Brasil no llueve… sí, no llueve, la generación hidroeléctrica disminuye (los caudales de agua bajan) y, por tanto, sube la generación termoeléctrica, incrementando de esta manera el consumo de gas natural y, una vez más, la demanda por nuestro gas se incrementa.
Ahora unamos las piezas. Así como el aleteo de una mariposa en Brasil podría ocasionar un tornado en Texas, que en este país las recientes lluvias hayan sido generosas desencadenó una serie de eventos en Bolivia y Argentina. Veamos cómo fue esto.
El 6 de abril de este año el Ministerio de Minas y Energía de Brasil publicó en su página web el siguiente titular: “Bandera verde para todos los consumidores de energía a partir del 16 de abril: La factura de la luz debería reducirse en un 20% a partir del próximo mes”. En simple, esta noticia cuenta que las lluvias generosas permiten que el país “disfrute” de mayor generación hidroeléctrica. Este “disfrute” viene con menores precios de la electricidad, porque la generación con gas natural es más cara.
Entonces, como cabe esperar, la demanda brasileña por el gas natural boliviano (para generar electricidad) será menor.
Mientras eso sucede en nuestra frontera oriental, en la del sur las cosas no están fáciles. Debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania (ahora lo escribo correctamente) el precio de compra de LNG en Argentina se “fue al cielo”. Precios imposibles, aparentemente mayores a los 30 dólares por unidad, comienzan a ser un problema con nuestro querido vecino. ¿Qué hacer? Probablemente aquí surgió una idea: “dado que Brasil, gracias a esas benditas lluvias y quizás a una mariposa, no demandará gas de Bolivia, bien podríamos desviarlo a la República Argentina y, más aún, subimos un poco más el precio de compra del gas boliviano… un poco nomás”.
Y así, mariposas traviesas en Brasil y lluvias generosas, otras mariposas no tan traviesas y un triste conflicto bélico permitieron rearmar el abastecimiento de gas entre Bolivia, Brasil y Argentina. Brasil demanda menos gas, Argentina demanda más y Bolivia vende lo mismo (porque no se olvide que nuestra capacidad de producción está de capa caída) pero a un precio más alto… bueno, no tan alto.
¿Podemos festejar en Bolivia? Aquí tengo una sensación ambigua, es cierto que un precio más alto aumenta los ingresos por regalías e impuestos que mucha falta nos hacen; pero es cierto también de que estaríamos con una cantidad de recursos igual o mayor al período 2010-2015 si pudiésemos producir más gas natural. Hay que recordar que los contratos originales con Brasil y Argentina establecían volúmenes superiores a 30 y 27 respectivamente, ahora tendremos 15 y 14, más o menos. Y si vamos más atrás todavía ¿imagine cuál sería nuestra realidad de haberse concretado el proyecto de LNG de hace 20 añ? ¿Recuerda exportar por Chile o Perú? Quizás, solo quizás, hubiésemos podido darnos el lujo de vender gas natural a Europa a los fantásticos precios actuales. Pero estas son aguas difíciles de navegar, me refiero al fallido proyecto de exportación de LNG, por las razones que todos conocemos.