Salud que duele: saturación y falta de personal asfixian servicios en los hospitales

Las sillas de ruedas sirven de camillas y los pasillos se convierten en salas de internación en las emergencias de los hospitales para poder dar abasto y atender a los que llegan en busca de atención médica para salvar sus vidas.

En el hospital Japonés la saturación llega al punto que en el espacio donde deberían atender a 22 pacientes acomodan hasta 35, porque todos ingresan contando los segundos para calmar sus dolores y requieren atención de emergencia.

Si bien todo esto se agravó con la reducción de enfermeras y auxiliares que fueron retiradas de los hospitales, luego que finalizó la emergencia por el covid en el país, el problema no es nuevo, pues la gente es la que siente las carencias y la precariedad del servicio cuando tiene que madrugar y pasar varias horas en busca de una ficha para lograr una consulta con algún especialista, para hacerse laboratorios o estudios.

En el hospital Japonés la realidad duele. La situación en el servicio de emergencias es desesperante. La sobresaturación lleva a improvisar espacios en los pasillos, donde los pacientes son asistidos en sus sillas de ruedas o en camillas, colocadas una tras otra con los sueros colgados.

Cansados y visiblemente adoloridos, este miércoles seis pacientes recibían suero en sus sillas de ruedas, a la espera de una cama de internación. Eran enfermos crónicos, con diabetes e hipertensos, entre ellos una mujer con la pierna amputada que se quejaba de dolor. También había pacientes sobre camillas, donde el cuerpo apenas cabe. Tres médicos se enfocaban en atender a un hombre, que tenía el absceso en el vientre y que estaba a punto de convulsionar. “Va a necesitar reanimación”, advirtió una de las médicas.

La jefa del servicio de Emergencias, Neysi Surriabre, muestra el hacinamiento en la sala de reanimación, donde se han tenido que acomodar a los pacientes críticos, tras el cierre de la otra sala por el recorte de personal. En el espacio hay respiradores y monitores para cinco pacientes, pero hay otros enfermos que esperan por estos equipos en el pasillo.
Los médicos explican que la de reanimación es una sala donde entra el paciente más grave, se lo estabiliza y no debería estar más de seis horas, pero se quedan días antes de pasar al Servicio de Terapia Intensiva. Surriabre lamenta el retiro de personal porque eso está afectando en la atención de los pacientes con riesgo de vida, en un servicio ya saturado.

“Una cosa es que venga una persona y se le niegue la atención porque le duele la cabeza o está con diarrea, ellos pueden al primer nivel. Aquí llega gente haciendo paro y en ese minuto necesita atención porque si no se muere, esa es la diferencia. Son pacientes que no hay elección, que hay que hacerlos pasar, hay que reanimarlos y hay que intubarlos”, señala.

Igual de saturada está la sala de observación, donde llevan a los pacientes que han sido estabilizados. “Deberían pasar a internación, pero por falta de espacio no pueden subir a este servicio”, dijo la jefa de Emergencias.
La situación es similar en el hospital San Juan de Dios donde contaban con el personal para atender hasta 65 personas en el servicio de emergencias, pero con la reducción de personal su capacidad disminuyó a más de la mitad.

En el hospital de niños también se ven en apuros para evitar el cierre de algunas salas de atención, pero tuvieron que reacomodar y disminuir la capacidad en los servicios.

En las consultas

Lino Barba, a sus 84 años, apoyado en un bastón improvisado aguarda pacientemente ser atendido en la consulta con el cardiólogo en la puerta del hospital Japonés.

Su cita estaba programada para las 13:30 del miércoles, pero no estaba dispuesto a perderla, por eso antes del mediodía ya estaba aguardando su turno. Su edad ya no le da para estar haciendo filas, por eso una de sus hijas trajinó a sacar la ficha y él solo fue para la atención con el doctor. “Cuesta ser atendido”, recalcó por todo el trajín que implica la asistencia de salud en nuestro país.

María Elena Sosa Cuéllar (72) es la primera vez que llega a este hospital de tercer nivel, pero tuvo suerte de conseguir ficha con un neurólogo, porque necesitaba hacer ver a su hijo de 41 años.

Otros no tienen tanta suerte, pues deben de volver varias veces porque en las puertas se colocan letreros.“Cupos no disponibles para agosto 2023”, dice parte de un aviso que enumera una serie de especialidades, como endocrinología, psicología, otorrinolaringología, oftalmología, cardiopediatría, cirugía vascular y gastropediatría.También se colocan las fechas en que se debe acudir a programar las citas para todo el mes, por lo tanto, aquellos que no saben cómo funciona no solo acuden varias veces, sino que deben esperar a que haya espacio.

Gestiones

Erwin Figueroa, del Sirmes del hospital San Juan de Dios, considera que es el sistema de salud no funciona bien, porque hay tres ‘cabezas’. Los centros de primer nivel y hospitales de segundo nivel dependen de la Alcaldía y los de tercer nivel, de la Gobernación, mientras que los ítems son competencia nacional. “Hay un corto circuito en este sentido, porque si trabajáramos juntos se podría hacer las cosas mejor. El primer y segundo nivel deberían atender el 80% de las patologías de Santa Cruz y el tercer nivel solo el 20%, pero eso no se cumple”, indicó.

El personal que se tiene no es suficiente para cumplir estándares internacionales exigidos, porque hay licenciadas de enfermería que tienen que doblar turnos para mantener abiertos los servicios.

Por su lado, el director de Gestión Hospitalaria, Javier Herrera, informó que se ha trabajado para mejorar la entrega de fichas en los hospitales, es decir, para hacerlo de forma electrónica. Sin embargo, por problemas de una antena, que por inclemencias del tiempo fue afectada, se cortó dicho servicio. “Por eso, se está trabajando manualmente”, recalcó.

Manifiesta que la población tiene que entender que las programaciones se realizan con anticipación, por lo tanto, no debe hacer filas.
“A pesar de que hay información y hay carteles, la población sigue haciendo cola”, observa.
Respecto a la constante saturación que enfrentan los hospitales, señala que se tendría que ver cuántos de los casos que llegan a los centros de tercer nivel corresponde ser atendidos allí.

Considera que en los centros de primer y segundo nivel no se resuelven los casos como debieran. Cita como ejemplo a un paciente con hipertensión arterial que a veces acude a la consulta en un hospital solo para recoger medicamentos, que bien se lo podrían dar en un centro de primer nivel.

SourceEl Deber

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