Datos del Censo generan acusaciones de fraude

La publicación de los resultados del Censo 2024 ha desatado una tormenta de críticas y desconfianza en Bolivia, especialmente en Santa Cruz, donde las cifras oficiales han generado más preguntas que respuestas. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha informado que la población boliviana es de 11.312.620 habitantes, una cifra que sorprende por ser casi un millón menos que las proyecciones preliminares. Este inesperado recorte ha despertado suspicacias sobre la integridad del proceso censal, llevándolo a ser calificado por algunos como el «fraude del millón».

En el corazón de la controversia está Santa Cruz, el departamento más poblado del país y motor económico de Bolivia. Según los resultados oficiales, la población de Santa Cruz es de 3.115.386 habitantes, un número que no coincide con las estimaciones anteriores ni con las proyecciones del propio INE. El Instituto Cruceño de Estadísticas (ICE) había estimado que la población de Santa Cruz sería de 4.000.143, mientras que el propio INE, en su proyección de 2022, esperaba una cifra de 3.425.399 habitantes. Sin embargo, la actualización cartográfica y el conteo rápido sugerían incluso una cifra mayor, de 3.547.045. Estos datos divergentes han alimentado las sospechas de una manipulación deliberada.

Luis Fernando Camacho, Gobernador electo de Santa Cruz, ha sido una de las voces más fuertes en denunciar lo que él describe como un «fraude masista en el Censo». Camacho ha declarado que los resultados oficiales del INE son inaceptables y ha exigido una auditoría internacional que verifique la veracidad de las cifras. Su postura refleja un sentimiento generalizado en Santa Cruz de que el gobierno central, controlado por el Movimiento al Socialismo (MAS), ha manipulado los datos para minimizar el crecimiento poblacional de la región y, con ello, reducir su influencia política y económica.

La indignación en Santa Cruz no es solo una cuestión de números, sino de principios. Muchos ven en este censo una continuación de la política de marginación que el MAS ha aplicado en la región durante la última década. La manipulación de los datos censales tiene implicaciones profundas, desde la distribución de recursos hasta la representación política. Si la población de Santa Cruz ha sido subestimada, esto podría traducirse en menos escaños en la Asamblea Legislativa y una menor asignación presupuestaria, perjudicando aún más a una región que ya se siente maltratada por el gobierno central.

Por su parte, otros actores en Santa Cruz han expresado su escepticismo ante los resultados del censo. Mario Aguilera, Gobernador en ejercicio, ha rechazado categóricamente los datos presentados por el INE y ha llamado a la comunidad cruceña a no aceptar estos resultados preliminares. El Comité Cívico y la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno también han manifestado su preocupación por la falta de transparencia en el proceso y han solicitado un análisis exhaustivo de las cifras.

La situación en Santa Cruz es emblemática de un problema más amplio en Bolivia: la desconfianza en las instituciones. El INE, que debería ser un ente técnico y neutral, ha visto su credibilidad erosionada por lo que muchos perciben como una manipulación política. El hecho de que las cifras finales difieran tanto de las proyecciones y estimaciones anteriores solo refuerza la idea de que este censo ha sido manipulado para servir a intereses específicos.

En última instancia, el censo debería ser una herramienta para conocer y entender mejor al país, pero en lugar de ello, se ha convertido en una fuente de división y conflicto. La demanda de una auditoría internacional y una mayor transparencia en el proceso censal son pasos necesarios para restaurar la confianza en los datos y en las instituciones que los generan. Bolivia necesita un censo transparente y honesto, uno que refleje la realidad del país y no las conveniencias políticas de un partido en el poder.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué más se ha manipulado en este censo? Y, más inquietante aún, ¿cómo impactará esto en las próximas elecciones y en el futuro de la nación? En un país donde los números pueden ser tan fácilmente manipulados, la verdad se convierte en un bien escaso y la confianza en un lujo que pocos pueden.

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