El desigual Triángulo del Litio: Chile y Argentina, avanzan rápido; Bolivia intenta reactivarse

El Triángulo del Litio tiene sus partes desiguales. Con sus propias complejidades y polémicas sobre los roles del Estado y el sector privado, Chile y Argentina tienen los lados más grandes del triángulo en el desarrollo del negocio con la participación de las empresas privadas y están tomando decisiones para ajustar sus modelos y avanzar más rápido para consolidar su presencia en el creciente mercado del metal clave para la transición energética.

Tras aplicar un modelo de soberanía estatal que excluyó a las privadas de la producción primaria de litio, Bolivia se quedó en una posición irrelevante en el Triángulo, sin desarrollar el negocio, ni estar en las estadísticas mundiales, salvo por sus grandes recursos de litio, pero que aún no han sido certificados como reservas viables para una explotación verdaderamente industrial.

El 53 % de los recursos de metal del mundo están en salares de los tres países. Bolivia posee 23 millones de toneladas; Argentina, 22 millones, y Chile, 11 millones, según el informe del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) publicado en enero de este año, que cifra en 105 millones de toneladas la existencia total de litio en el mundo.

Pero en el ranking de reservas certificadas y viables para la explotación comercial, los datos del USGS son diferentes: Chile, tiene 9,3 millones de toneladas; Australia, 6,2 millones y Argentina, 3,6 millones, entre los datos más importantes de una lista que no incluye a Bolivia.

Chile y Argentina compiten por el liderazgo en la producción de litio

Chile y Argentina tienen diferentes visiones de desarrollo, pero están compitiendo en la decisión de avanzar más rápido para aumentar su posición en el mercado para alimentar las baterías de ion-litio destinadas a los automóviles eléctricos. Esos vehículos reducirán el uso de combustibles fósiles a favor de la transición energética para combatir cambio climático en el planeta.

Bolivia se abre a empresas privadas tras el fracaso del modelo estatal

De su parte, Bolivia se está abriendo al sector privado y a empresas estatales de China y Rusia tras el fracaso de un proyecto estatista. Sin embargo, hay expertos que dudan de que el nuevo impulso con el método de la Extracción Directa del Litio (EDL) tenga resultados en el país por sus carencias tecnológicas, la crisis económica y la inestabilidad política.

Con entrevistas a cinco especialistas de litio de Chile, Argentina y Bolivia y la consulta de otras fuentes documentales, este reportaje busca señalar las claves que diferencian a los tres países en el desarrollo de la industria del “oro blanco”, tomando en cuenta que el Triángulo puede ser importante en los esfuerzos planetarios para contener el calentamiento global.

También es posible, según las fuentes consultadas, que el Triángulo dejé de ser tal al sumarse otros actores como Perú, Brasil, México y potencialmente Paraguay para apoyar la transición energética. Según una reciente proyección de Goldman Sachs, los vehículos eléctricos representarán “el 50 % de las ventas mundiales de automóviles nuevos en 2035”.

Bolivia encara otro intento

En Bolivia, el modelo de explotación del litio fue pensado para un contexto en el que el Estado tenía suficientes recursos económicos propios para desarrollar varias etapas de la producción y la industrialización del litio, pero esa posición comenzó a declinar en 2014 cuando comenzaron los problemas económicos del país por la reducción de las exportaciones de gas.

Para el analista Gonzalo Mondaca, del Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB), el principal rasgo distintivo de la política sobre el litio consiste en que la producción primaria es 100 % estatal, lo que ha supuesto una restricción para la inversión extranjera.

Además, el Estado debe participar en todas las fases de la industrialización, desde la producción de materias primas hasta la comercialización de productos transformados.

El problema, según subrayó Mondaca en una entrevista, es que esa visión “no está acompañada por el desarrollo de capacidades institucionales” que hagan efectiva y eficiente esa intervención estatal, ni por alianzas estratégicas académicas y científicas que garanticen una “gobernanza del litio” para que el Estado sea dinamizador y no tenga “un efecto incluso contrario y contraproducente”.

Sobre la producción primaria, que despierta interés en los inversores, el ministerio de Hidrocarburos y Energía, que está a cargo del litio, ha elaborado un anteproyecto de ley que deroga una disposición de la Ley 928 de Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB) que establece que solo esa empresa puede participar en esa fase, lo que busca abrir las puertas a socios privados.

No obstante, también hay otros cinco proyectos de ley presentados al órgano legislativo.

Desde el 2008, Bolivia había presupuestado 1.000 millones de dólares para impulsar la industria del litio sobre todo con un sistema de piscinas de evaporación construido en el salar de Uyuni, pero que fracasó ante los objetivos del proyecto e incluso ha sido objeto de denuncias contra diez exdirectivos de YLB por un supuesto año económico al Estado por 64 millones de dólares.

Actualmente, YLB tiene una producción de apenas 200 toneladas anuales de carbonato de litio, pero aspira a producción al menos 1.000 durante este año en su planta industrial, mientras que para el 2025 se espera la producción de 15.000 toneladas.

No obstante, la apuesta de fondo es la aplicación de la metodología de la Extracción Directa del Litio (EDL) con las empresas Citic Guoan y CBC (CATL, BRUMP y CMOC), de China; y la Uranium One Group, de Rusia. Los contratos de las dos primeras se enviarían a la Asamblea Legislativa entre este mes y septiembre, según la presidenta de YLB, Karla Calderón.

Los presidentes Luis Arce de Bolivia, y Vladimir Putin, de Rusia, trataron la cooperación en litio en junio pasado.

Si bien la EDL permite obtener en pocas horas entre un 80 % a un 100 % del litio en las salmueras procesadas, su uso también supone para el Estado grandes desafíos ambientales y de preservación de aguas subterráneas del salar, según el analista Mondaca

“Las capacidades del Estado son mínimas para enfrentar un reto tan grande”, dijo Mondaca sobre la EDL ya que Bolivia no solo aspira a producir carbonato de litio, sino que mantiene sus expectativas de producir materiales catódicos y baterías de ion-litio.

El experto reconoció que su visión “es muy pesimista” respecto a las posibilidades de Bolivia de ser considerada en el acelerado avance científico y tecnológico que vive el sector, más aún ante la tendencia impulsada por China para bajar costos con la concentración geográfica cerca de yacimientos de litio, de la producción de materiales catódicos, baterías y automóviles eléctricos.

Las empresas chinas y la rusa “han puesto un pie en Bolivia, pero no los dos” porque están pendientes las inversiones anunciadas por 2.800 millones de dólares, agregó.

A su juicio, también juegan en contra de Bolivia no tener una ley del litio, ni una legislación ambiental acorde al desafío, ni reservas del metal cuantificadas comercialmente, pero, además, está el factor de la conflictividad social y que sea “un país inestable políticamente, con problemas económicos importantes que también pueden ahuyentar para hacer inversiones”.

“Las posibilidades de que en algún momento seamos productores de carbonato de litio, considerados en las estadísticas mundiales, no son muy esperanzadoras y respecto a la industrialización menos aún porque el desarrollo tecnológico es tan acelerado que incluso tendríamos que modificar de forma significativa nuestros estándares educativos”, afirmó.

Al desahuciar las opciones del litio boliviano, Mondaca cree que el potencial de Uyuni está en el turismo, “en términos de sostenibilidad y de estabilidad en el largo plazo”.

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