Cívicos convocan al Gobierno por la Planta Separadora de Líquidos

La Planta Separadora de Líquidos «Carlos Villegas», ubicada en Yacuiba, enfrenta un futuro incierto tras la finalización del contrato de exportación de gas a Argentina, un negocio que sostenía su funcionamiento. Con una capacidad de procesamiento de 32,2 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd), la planta ha estado trabajando solo con el gas destinado al mercado argentino, aproximadamente 4 MMmcd, lo que significa que operaba al 12,5% de su capacidad. Los cívicos han convocado al ministro de Hidrocarburos, Alejandro Gallardo, para el 8 de octubre, para que pueda dar explicaciones sobre este complejo industrial.

Inaugurada en 2015 con una inversión cercana a los 700 millones de dólares, la Planta Separadora de Líquidos «Carlos Villegas» fue concebida con la esperanza de procesar grandes volúmenes de gas rico, para extraer derivados como etano, isopentano, gasolina natural y gas licuado de petróleo (GLP). Sin embargo, la caída en la producción de gas y la falta de acuerdos sólidos con los mercados regionales han mermado significativamente su rendimiento.

Fundación Jubileo

Raúl Velásquez, experto de la Fundación Jubileo, en una entrevista con ANF, advirtió que el cese del acuerdo comercial con Argentina podría llevar la operatividad de la planta a niveles aún más bajos. “La planta del Gran Chaco está quedando sin el gas natural, que es el elemento básico para que funcione”, explicó Velásquez, quien subrayó que, incluso en los mejores momentos de producción de gas, la planta nunca alcanzó su capacidad plena.

Velásquez señaló que el proyecto, aunque técnicamente prometedor, se basó en una supuesta clave que no se cumplió, la gestión eficaz de los mercados de gas con Argentina y Brasil. «Era una buena iniciativa, pero descansaba sobre el supuesto de una buena gestión sectorial y de mercados, algo que lamentablemente no ocurrió», afirmó.

El gas que se enviaba a Argentina pasaba primero por la Planta Separadora de Líquidos del Chaco, mientras que el gas con destino a Brasil se procesaba en la Planta Separadora de Río Grande en Santa Cruz. Con la salida del mercado argentino, el flujo de gas hacia el Chaco se ha detenido, dejando a la planta con un panorama incierto.

Cívicos de Yacuiba

Desde el Comité Cívico de Yacuiba, la preocupación es latente. El presidente de esa institución, Henry Medrano, expresó su inquietud de que la planta se convierta en un “montón de fierros” inoperantes, en especial después de que el presidente Luis Arce reconociera la gestión pasada que Bolivia ha “tocado fondo” en el sector hidrocarburífero, lo que deja pocas esperanzas de revitalización para esta industria.

Ante esta situación, los cívicos de Yacuiba y Tarija han convocado a una reunión para el próximo 8 de octubre, donde esperan contar con la presencia del ministro de Hidrocarburos, Alejandro Gallardo, para que explique el futuro de la industria del gas en la región del Chaco y en el país en general.

Medrano se abstuvo a afirmar qué acciones asumirán en caso de que el ministro Gallardo no acuda a esta invitación. “Definitivamente, nosotros necesitamos respuestas ante la situación, porque nuestra autonomía del Chaco está sustentada, como principal fuente de financiamiento las Regalías, y al concluir la venta de gas a Argentina no van a haber Regalías. Entonces ¿de qué va a vivir el Chaco?, ¿cómo van a funcionar las instituciones públicas que tenemos como el Gobierno Regional y la Asamblea Regional?”, cuestionó.

La Asamblea

El asambleísta chaqueño, Jorge Sanguino, también ha expresado su preocupación por el futuro de la Planta Separadora de Líquidos, además por el hecho que no ha cubierto las expectativas generadas, ya que de los 700 millones de dólares que se han invertido, en 10 años debían volver, pero que ni siquiera en la mejor época de bonanza ha podido operar al 100% de capacidad, sino que apenas ha bordeado el 20%.

“Hay mucha incertidumbre y nuestras autoridades en el Chaco no lo están tomando con la alerta que deberían hacerlo para mantener viva la autonomía”, dijo Sanguino, a tiempo de señalar que va a empeorar aún más los ingresos económicos para el departamento y el Chaco.

Sanguino señaló que esta inseguridad en parte obedece a la falta de transparencia en la información que maneja YPFB, sobre contratos, certificación de reservas y planes a futuro en la industria del gas.

Sobre este tema, El País intentó obtener contraparte con personeros de YPFB, sin embargo, estos han evitado responder a las consultas.

Analizan alternativas
El presidente del Comité Cívico de Yacuiba, Henry Medrano, señaló que en coordinación con el Comité Cívico de Tarija se está conformando un equipo técnico, que será el encargado de generar las propuestas tanto para la operatividad de la Planta Separadora y todo lo referido a la industria hidrocarburífera, mismas que serán presentadas al ministro del área, Alejandro Gallardo.

“De igual manera, vamos a hacer público nuestro planteamiento, considerando elementos de la parte técnica, operativa, de producción, a todo que se tienen en este momento y está ligado con la realidad de nuestros hidrocarburos”, indicó.

Una de las alternativas para mantener la planta en funcionamiento planteada por el experto de la Fundación Jubileo, Raúl Velásquez, es desviar el gas de los campos de Margarita y Sábalo, ambos ubicados en Tarija, hacia la planta antes de enviarlo a Brasil, lo que permitiría procesar gas y enviar gas seco al país vecino. Sin embargo, destacó que la viabilidad económica del proyecto sigue siendo una incógnita, especialmente considerando que la inversión inicial de 700 millones de dólares fue financiada con crédito del Banco Central de Bolivia.

“La inversión se suponía que se recuperaría en 10 años, con un flujo constante de gas a Argentina de 27 MMmcd, pero eso nunca ocurrió. La gran pregunta es cómo se amortizará esta inversión y cuándo se espera recuperar ese dinero”, indicó Velásquez.

La incertidumbre sobre el destino de la Planta Separadora de Líquidos de Yacuiba refleja los desafíos que enfrenta la industria hidrocarburífera boliviana, con una producción de gas en declive y mercados regionales cada vez más limitados.

SourceEl País

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