La producción de gas natural en Bolivia continúa su tendencia descendente, alcanzando un promedio de 29,55 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) en octubre de 2024, frente a los 33,93 MMmcd registrados en noviembre de 2023. Esta caída refleja una crisis estructural en el sector hidrocarburífero, atribuida al agotamiento natural de los megacampos, la sobreexplotación y una prolongada falta de inversión en exploración durante la última década.
En su pico histórico de 2014, Bolivia producía 59,6 MMmcd de gas y 63.090 barriles diarios de líquidos. No obstante, en octubre de este año, la producción de líquidos cayó a 25.550 barriles por día, un descenso del 15 % respecto a los 29.940 barriles diarios de noviembre de 2023.
Causas y perspectivas
El investigador de Energía e Hidrocarburos en la Fundación Jubileo, Raúl Velásquez, explicó que la declinación de los megacampos es un fenómeno natural e inevitable en la industria. Los campos gasíferos tienen una vida útil limitada, y su rendimiento disminuye con el tiempo. En el caso boliviano, los tres principales megacampos —San Alberto, Sábalo y Margarita-Huacaya— fueron descubiertos a finales de los años noventa y explotados intensivamente entre 2004 y 2014. Sin embargo, el país no priorizó la exploración para reponer reservas, lo que ha llevado a un deterioro acelerado del sector.
El investigador recordó que en 2016 Bolivia alcanzó su máxima producción de 60 MMmcd. En contraste, los 29 MMmcd actuales representan una caída de más del 47% en menos de una década. Esta situación no sólo responde a la falta de exploración, sino también a una política enfocada en la captura de renta a corto plazo, lo que desincentivó la inversión privada.
Velásquez destacó que el sector hidrocarburífero requiere un marco fiscal equilibrado y atractivo, dado su carácter de alto riesgo y largo plazo. Además, un mercado robusto es clave para mitigar riesgos y asegurar retornos sobre las inversiones. No obstante, las políticas implementadas desde 2005, basadas en la Ley de Hidrocarburos, el Decreto de Nacionalización y la Constitución de 2009, priorizaron maximizar ingresos estatales en detrimento de la sostenibilidad a largo plazo.
El auge del sector a fines de los años noventa se debió en gran parte a un régimen fiscal favorable y al contrato de exportación de gas firmado con Brasil en 1996, que incentivó una intensa actividad exploratoria. Sin embargo, replicar este éxito no será inmediato. Velásquez advirtió que, incluso con reformas urgentes, los resultados de nuevas exploraciones podrían tardar entre cinco y ocho años en materializarse.
Importación de gas
Actualmente, las reservas probadas de gas natural en Bolivia podrían abastecer al país entre 10 y 15 años. Sin embargo, la tasa promedio de recuperación global es del 70%, lo que reduce significativamente el volumen recuperable. Según Velásquez, si no se descubren nuevos reservorios en los próximos cuatro años, Bolivia podría enfrentar la necesidad de importar gas para su consumo interno a partir de 2029.
La situación exige una revisión profunda de las políticas públicas y un esfuerzo concertado para atraer inversiones que permitan reactivar la exploración y garantizar la sostenibilidad del sector energético, dijo.