Pese al avance en la producción de gas natural en Vaca Muerta y la reciente reversión del Gasoducto Norte Argentina, se vio obligada a importar gas desde Chile en enero de 2025 para cubrir un pico de demanda generado por la ola de calor.
Desde la semana pasada los despachos alcanzaron hasta 2,5 millones de metros cúbicos diarios. a un precio que rondaría entre U$S 15 y U$S 20/MMBTU cuando el precio en Vaca Muerta en boca de pozo se paga a U$S 3,50.
El gas importado desde Chile es gas natural licuado (GNL) adquirido en el mercado internacional a un precio carísimo. Este gas llega a la terminal de Mejillones en Chile, donde es regasificado y transportado a Argentina a través del Gasoducto Norandino.
Argentina es la paradoja de un país con abundante gas que debe importar. Vaca Muerta se consolidó en los últimos años como el motor de la producción de gas en Argentina.
En 2024, el shale gas representó casi el 50% del total del gas extraído en el país, con volúmenes en constante crecimiento. Sin embargo, este desarrollo no ha sido acompañado por la infraestructura necesaria para distribuir eficientemente el gas hacia las provincias del norte y otros puntos estratégicos.
Uno de los principales problemas es la demora en la reversión del Gasoducto Norte, una obra clave que permitiría llevar el gas de Vaca Muerta a las provincias del NOA, hoy dependientes del gas boliviano y de importaciones desde Chile. A esto se suman limitaciones en el sistema de transporte y almacenamiento, lo que impide aprovechar plenamente el potencial productivo de los yacimientos neuquinos.
No obstante, a pesar de la inauguración de la reversión del Gasoducto Norte en enero de 2024, que tenía como objetivo abastecer a las provincias del norte argentino con gas de Vaca Muerta, la importación desde Chile se realizó para compensar la falta de capacidad de transporte y garantizar el suministro energético en medio de una demanda récord.
Factores que explican la importación de gas
Desajuste entre oferta y demanda interna: Aunque Argentina produce grandes volúmenes de gas, en momentos de alta demanda, como las olas de calor o los inviernos rigurosos, la producción interna no alcanza a cubrir el consumo total.
Limitaciones en el transporte interno: La infraestructura actual de gasoductos aún no permite llevar gas de Vaca Muerta a toda Argentina de manera eficiente. La reversión del Gasoducto Norte no está completamente operativa, limitando el volumen de gas que se puede transportar.
Falta de suministro desde Bolivia: En 2014, Bolivia producía alrededor de 60 millones de metros cúbicos de gas por día (MMm3/d). Sin embargo, para 2023, esta cifra había caído a aproximadamente 40 millones de metros cúbicos por día (MMm3/d), una disminución de casi un 30%. Esto afectó su capacidad para cumplir con los contratos de exportación, especialmente hacia Argentina y Brasil.
Disponibilidad de GNL en Chile: Chile cuenta con infraestructura de regasificación que le permite importar GNL desde mercados internacionales y luego reexportarlo a Argentina. Esto facilita una fuente alternativa de suministro ante emergencias.
Consultado por El Economista, el ex secretario de Energía de la Nación, Emilio Apud, advierte que «es un contrasentido que Argentina, teniendo Vaca Muerta, deba importar gas desde Chile, un país que no produce gas. Esto ocurrió porque el suministro desde Bolivia disminuyó y la reversión del Gasoducto del Norte aún no está completada debido a retrasos en las obras en La Carlota y San Jerónimo».
Y explicó: «Ante la urgencia de abastecer al NOA (Salta, Jujuy y Tucumán), se recurrió a los gasoductos construidos en 1997 para exportar gas a Chile, los cuales quedaron inutilizados tras la decisión de Néstor Kirchner de cortar el suministro en su momento. Chile reemplazó ese gas con gas natural licuado (GNL), importado a un costo mucho mayor».
Ahora, resumió el ex funcionario, «Argentina se encuentra en la paradoja de comprarle gas a Chile a un precio mucho más alto (entre U$S 10 y U$S 20 el millón de BTU) en lugar de usar el de Vaca Muerta, que cuesta U$S 3,5».
La importación de gas desde Chile se produjo en un contexto político tenso entre ambos países. A pesar de las críticas del gobierno de Javier Milei al presidente chileno Gabriel Boric, la Cancillería chilena destacó que el suministro de gas a Argentina refleja una cooperación bilateral activa y demuestra la importancia de la integración energética en la región.
Este episodio se suma a otros casos en los que el gobierno argentino recurrió a países con los que ha tenido tensiones diplomáticas para resolver emergencias económicas y energéticas. Anteriormente, China renovó el swap de monedas y Brasil acordó la compra de gas de Vaca Muerta, a pesar de las declaraciones hostiles del gobierno argentino hacia estos países.
«El gas importado desde Chile proviene en parte de terminales de regasificación de Gas Natural Licuado (GNL), lo que eleva su precio respecto al gas producido localmente. En contraste, Vaca Muerta ofrece gas a costos mucho más competitivos, pero las dificultades logísticas obligan a recurrir a soluciones más caras y menos eficientes», comentan los expertos.
Problemas de infraestructura y cortes de energía
La situación energética en Argentina también se vio agravada estos días por cortes masivos de electricidad. Provincias como Córdoba, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Corrientes, Chaco y Formosa sufrieron apagones, mientras que en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la demanda récord de 30.259 MW tensionó el sistema eléctrico.
En este contexto, trascendió que CAMMESA, la empresa administradora del mercado eléctrico, priorizó el suministro en el AMBA en detrimento de provincias del norte, lo que generó críticas por la falta de planificación y la desigual distribución de la energía.
A pesar de contar con Vaca Muerta una de las reservas de gas más grandes del mundo, Argentina sigue enfrentando problemas para garantizar su seguridad energética. Los expertos aseguran que «mientras no se solucionen las falencias en el sistema de transporte y distribución, la paradoja de importar gas en un país con abundante producción seguirá siendo una realidad difícil de justificar».
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