Anapo propone cinco estrategias para triplicar producción de soya en Bolivia

La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) ha presentado un ambicioso plan para elevar la producción de soya en Bolivia de 5 a 12 millones de toneladas anuales para 2033. La iniciativa busca posicionar al país como un actor clave en el mercado internacional de oleaginosas y se fundamenta en cinco estrategias que abordan desafíos estructurales y oportunidades de crecimiento. No obstante, el sector enfrenta obstáculos significativos, como la falta de acceso a biotecnología, altos costos de producción y una infraestructura deficiente.

La soya es uno de los pilares de la economía boliviana. En 2024, generó ingresos por 978 millones de dólares, representando el 12% de las exportaciones totales y el 40% de las exportaciones no tradicionales. Además, el sector emplea a 120.000 personas de manera directa e indirecta y es fundamental para la cadena productiva de alimentos como carne, leche y huevos.

A pesar de su relevancia, la producción de soya en Bolivia enfrenta importantes limitaciones. La superficie cultivada ha crecido un 3% anual en la última década, alcanzando 1,55 millones de hectáreas en 2024. Sin embargo, el rendimiento promedio es de apenas 1,30 toneladas por hectárea, muy por debajo de las 3 toneladas que registran países como Brasil y Argentina. Factores climáticos, restricciones tecnológicas y políticas limitantes han obstaculizado el potencial del sector, destaca la entidad que aglutina a los productores soyeros.

Las cinco estrategias

1. Acceso a biotecnología: La adopción de semillas genéticamente mejoradas es clave para aumentar los rendimientos y reducir las pérdidas por plagas y eventos climáticos adversos. Bolivia mantiene restricciones sobre estas tecnologías, lo que afecta su competitividad frente a otros productores regionales.

2. Mejora de infraestructura de exportación: Proyectos como el desarrollo de Puerto Busch buscan reducir costos logísticos y fortalecer la competitividad de la soya boliviana en mercados internacionales.

3. Eliminación de restricciones a la exportación: La liberalización de la comercialización de granos permitiría a los productores acceder a mejores precios y ampliar sus mercados.

4. Implementación del Plan Nacional de Fertilización: Impulsar el uso masivo de fertilizantes, como la urea, para mejorar la productividad del suelo y elevar los rendimientos.

5. Apoyo a pequeños productores: Facilitar el acceso a créditos blandos y maquinaria agrícola para mejorar la rentabilidad y fomentar economías de escala.

Desafíos y oportunidades

Según el presidente de Anapo, Fernando Romero, el sector soyero enfrenta diversos desafíos que limitan su crecimiento:

-Altos costos de insumos: El encarecimiento de productos importados, agravado por la escasez de divisas, ha elevado los costos hasta en un 60%.

-Falta de diésel: La dificultad para acceder a combustible afecta la productividad, en especial a los pequeños productores.

-Inseguridad jurídica: Los avasallamientos de tierras productivas generan incertidumbre y frenan la inversión.

-Deficiencias logísticas: La infraestructura precaria y los constantes bloqueos elevan los costos de transporte.

A pesar de estos obstáculos, las proyecciones son optimistas si se implementan las estrategias propuestas. Se estima que, para 2033, la producción de soya podría triplicarse, generando 300.000 empleos y elevando el valor de las exportaciones a más de 3.200 millones de dólares anuales.

Romero destaca que la producción de soya requiere economías de escala para ser rentable. “Un pequeño productor con 50 hectáreas no tiene la capacidad de adquirir maquinaria propia debido a la falta de incentivos y créditos accesibles”, explica. También enfatiza que la agricultura es un negocio de alto riesgo, con períodos de ganancias significativas y otros de pérdidas totales.

El presidente de Anapo también subraya la necesidad de políticas públicas que fomenten la inversión y la modernización del sector. “Es inaceptable que importemos papa y cebolla de Perú mientras nuestro potencial agrícola está subutilizado”, sostiene. A su juicio, el éxito del modelo productivo depende de la combinación de esfuerzos privados y un respaldo gubernamental efectivo.

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