Tras más de 20 años de gobierno, el Movimiento al Socialismo (MAS) llevó a Bolivia a una crisis económica, política, social y educativa. A pesar del discurso de industrialización con sustitución de importaciones, las empresas públicas compiten deslealmente con las privadas, y la mayoría está en quiebra. La Fundación Jubileo señala que al próximo gobierno le espera afrontar el desastre heredado con medidas de ajuste impopulares.
Los indicadores económicos muestran un panorama muy complicado, resultado de una crisis que empezó a gestarse desde hace más de una década. Las soluciones no serán inmediatas y la población deberá estar preparada para soportar duras medidas de ajuste que permitan estabilizar la economía, velando por reducir los impactos en los más vulnerables de la sociedad, señala la entidad.
Bolivia ingresó a una desaceleración de la economía nacional, y los organismos internacionales proyectan un crecimiento en 2025 de 1,7%, siendo que el gobierno estimó 3,71%, y para la presente gestión, el Fondo Monetario Internacional, el banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe proyectan un poco más de 1% para 2025.
En lo político, la división y las intenciones de autoridades y ex autoridades de volver a asumir la presidencia de Bolivia, en un ambiente polarizado, ponen serias dudas en la ciudadanía sobre las elecciones generales, fijadas para agosto de la presente gestión.
En lo educativo, las pruebas de calidad que hicieron en el sistema educativo en matemáticas, lectura, entre otros, muestran que los estudiantes no están preparados y con un nivel bajo.
Pero en lo social también lo hizo, pues el divisionismo en las organizaciones sociales, y en algunos casos directivas paralelas, ha provocado un clima de desconfianza en las bases.
El analista económico Gonzalo Chávez, en su red social, lamentó que la actual administración que maneja el Estado haya provocado una crisis económica, energética y educativa.
Electoral
La Fundación Jubileo sostiene que, en un contexto electoral, los candidatos a la Presidencia del Estado, tienen la responsabilidad de proponer planes realistas y que corrijan los desequilibrios persistentes, con medidas como una reducción del gasto público, incluyendo la subvención a los hidrocarburos; flexibilizar el tipo de cambio; y aplicar políticas para promover al productor nacional, entre otras medidas estructurales.
Sin embargo, el país atraviesa por una crisis económica, resultado de políticas que generaron profundos desequilibrios macroeconómicos y limitaron el crecimiento.
Se tiene en frente una situación de inestabilidad económica con un profundo déficit fiscal, escasez de divisas, mayor inflación y otros que, en perspectiva, tienden a agravarse, de modo que se prevé una crisis profunda y de larga duración, que afectaría principalmente a los sectores más pobres.
La estabilidad económica es la condición mínima para tener un nivel de confianza y de certidumbre para emprendimientos e inversiones, y para que los diferentes actores puedan desarrollar sus actividades económicas con oportunidades para generar ingresos y empleo.
Esa condición es válida al margen de cualquier tendencia política, puesto que, por un lado, en una situación de crisis en que el dinero pierde valor constantemente y no hay confianza en la economía, difícilmente se registrarán inversiones privadas de cualquier escala. Por otro lado, el apostar por el Estado como el principal actor en la economía, que en la actualidad no dispone de los recursos que tenía en el pasado, es poco viable; más aún al estar próximos al impago de deuda (default), lo que implicaría impedimentos para acceder a nuevos financiamientos.
Consecuentemente, más que un programa de gobierno, como tradicionalmente se plantea, con promesas electorales y propuestas de desarrollo, el momento actual demanda un plan de ajuste que estabilice la economía.
Apuntes
El gasto público se incrementó en forma constante, hasta niveles demasiados altos que, finalmente, se reflejaron en profundos déficits fiscales (más gastos que ingresos), y consecuente endeudamiento.
A pesar de que los ingresos del sector hidrocarburos cayeron desde 2015, el Gobierno continuó con la expansión del gasto, a partir de un mayor y acelerado endeudamiento (externo e interno), en el marco de su política o modelo de estimular la demanda interna a través del gasto, lo que no era y no es sostenible.
Por otro lado, desde 2011, el tipo de cambio se halla congelado en 6,96 bolivianos por cada dólar. Con este tipo de cambio en un contexto diferente al actual (con la moneda nacional sobrevaluada), en general, los productos importados y de contrabando fueron más baratos, por lo que el mercado se inundó con productos extranjeros. Esta situación afectó al productor nacional y, por otro lado, significó una constante salida de divisas. Se registraron déficits en la balanza comercial (importaciones mayores que las exportaciones) que, sumado a otros factores, derivaron en una constante caída de las Reservas Internacionales Netas (RIN) del país.
La situación de la balanza comercial y la caída de las reservas se agravó con el fracaso de la política hidrocarburífera, expresada en la caída de la producción y la exportación de hidrocarburos (por falta de inversiones en el sector, principalmente referidas a la exploración), con la consecuencia del incremento de la importación de diésel y gasolina en los últimos años, señala Jubileo
El 2014, cuando se llegó al pico de la bonanza, el Estado disponía de Reservas Internacionales Netas (RIN) de más de 15 mil millones de dólares. Debido a esta última razón y ante un notable incremento en el precio internacional del oro, las reservas registraron un incremento en su valor, el último año.
Sin embargo, el Presupuesto 2025 autoriza empeñar las reservas en oro como garantía para acceder a crédito externo.
Los desequilibrios citados anteriormente son el resultado de las políticas aplicadas en el marco del modelo del Gobierno y de haber postergado los ajustes que eran necesarios en su oportunidad.
Además de los desequilibrios macroeconómicos, el modelo o políticas implementadas no dieron resultados en términos de lograr un desarrollo productivo y sostenible.
La dinámica se resumió fundamentalmente en captar la renta generada por la explotación de recursos naturales, como el gas, e inyectar esos recursos a la economía a través del gasto; lo que, a su vez, generaba, en el periodo de bonanza, un movimiento económico de actividades principalmente informales en sectores como comercio, servicios y construcción.
Por el lado de la oferta o de la producción, la apuesta estuvo básicamente orientada a las empresas públicas, varias de ellas cuestionadas por sus resultados y, más aún, las inversiones en esos proyectos fueron con recursos estatales que afectaron en la disminución de las reservas internacionales del país.
Medidas necesarias, pero antipopulares
Existe la necesidad de corregir las distorsiones y desequilibrios macroeconómicos, empezando por la reducción de gastos. Asimismo, abordar el problema del actual tipo de cambio oficial, con la moneda nacional sobrevaluada; y la subvención a los hidrocarburos; elementos que han distorsionado el sistema de precios.
Para salir de la crisis será imprescindible, más allá de las medidas de ajuste, orientar a la población sobre las expectativas ante este delicado momento en el país, tarea que, en el marco de la responsabilidad, debiera ser incorporado en el debate electoral.
Serán medidas necesarias, pero antipopulares, por lo que los candidatos deberán asumir el desafío con responsabilidad y estar conscientes si realmente tienen una vocación patriótica que el momento actual demanda, sostiene la entidad.