La cotización del dólar paralelo no deja de subir. Así, durante la mañana del jueves, 15 de mayo, la moneda rozó los Bs 19, para luego bajar a Bs 18,80 y quedar, por el momento, en Bs 17,80 para la venta y Bs 17,14 para su compra.
Con estos valores, en el mercado paralelo, la divisa estadounidense desde 2023 a la fecha registró un incremento de un 155,7%, al pasar de Bs 6,96 a Bs 17,80.
Para el economista Germán Molina, estos valores son resultado de una combinación de factores económicos y políticos que han debilitado la confianza en la moneda nacional y en las políticas gubernamentales.
Carlos Aranda, economista del Centro de Estudios Populi, dijo que el incremento del dólar paralelo por encima de los Bs 17 refleja un profundo desequilibrio en el mercado cambiario y en la economía boliviana.
“Actualmente, la brecha cambiaria —la diferencia entre el dólar paralelo y el tipo de cambio oficial— alcanza el 155%, lo cual evidencia una pérdida de confianza en la moneda nacional. Esta situación se da en un contexto de exceso de liquidez en el mercado, producto de la expansión monetaria del Banco Central para financiar el déficit fiscal del Estado”, precisó Aranda.
Remarcó que cuando el tipo de cambio paralelo se dispara, no es el dólar el que incrementa su valor, sino el boliviano es el que pierde su poder adquisitivo.
“Esto implica un ajuste desordenado del sector externo, donde las importaciones han caído un 14,15% en los últimos 12 meses (hasta febrero de 2025), afectando particularmente los bienes de consumo (-18%) y los bienes de capital (-26%). Este retroceso compromete la capacidad productiva nacional y genera un encarecimiento de los productos importados, como ya refleja el Índice de Precios Mayorista de Bienes Importados, que aumentó un 26% hasta abril de 2025”, puntualizó Aranda.
¿Por qué se llega a esta situación?
Entre 2023 y 2025, el dólar paralelo en Bolivia se disparó de Bs 6,96 hasta su valor actual. De acuerdo con los economistas consultados, el incremento, durante dos años, de la moneda extranjera, refleja una crisis económica marcada por cinco factores clave:
1. Caída de exportaciones: La disminución de ingresos por gas y minerales redujo la entrada de divisas. Eso se notó más con el mantenimiento de la subvención que en 2024 demandó $us 3.300 millones, según datos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
2.Reservas internacionales críticas: Las reservas líquidas del Banco Central de Bolivia cayeron a niveles mínimos, limitando la capacidad de intervención cambiaria. Pues de más de $us 13.000 millones, en 2015, lo que representaba un 38% del Producto Interno Bruto, cayó a $us 2.618 millones, a abril del 2025, según datos del Banco Central de Bolivia (BCB).
3. Emisión monetaria excesiva: El aumento del 20% en la masa monetaria sin respaldo productivo impulsó la inflación. Esto es que la “maquinita” del BCB sigue fabricando billetes inorgánicos (sin respaldo productivo), para poder seguir con el gasto fiscal.
4. Déficit fiscal persistente: El gasto público elevado y financiado con emisión, exacerbó la presión sobre el boliviano. En 2024, el déficit fiscal en Bolivia fue del 12% del PIB. Es decir, unos $us 5.976 millones.
5. Fuga hacia el dólar: La desconfianza en la moneda nacional llevó a una mayor demanda de dólares en el mercado informal, lo que genero su incremento hasta los valores actuales.
Aranda subrayó que el deterioro del tipo de cambio paralelo es consecuencia de un proceso acumulativo de desequilibrios fiscales y monetarios. Durante los últimos años, el Tesoro General de la Nación (TGN) ha recurrido al financiamiento del BCB para cubrir su déficit fiscal, comprometiendo la independencia de la autoridad monetaria y debilitando su capacidad para controlar el valor del boliviano.
Esta expansión monetaria ha incrementado la cantidad de dinero en circulación sin un respaldo suficiente en reservas internacionales, deteriorando la confianza en la moneda.
“Así, la demanda por bolivianos se reduce, mientras que la búsqueda de refugio en dólares se intensifica. En realidad, no es el dólar el que sube, sino el boliviano el que se deprecia. Esta tendencia se agrava con las expectativas de inflación y la percepción de incertidumbre económica, donde el dólar no tiene techo, porque el boliviano no tiene piso”, advirtió Aranda.
Efectos en la población
Molina sostuvo que uno de los efectos del encarecimiento del dólar paralelo para la población es la pérdida del poder adquisitivo.
Así, en 2022 el salario mínimo se ubicó en Bs 2.250 y de acuerdo con la cotización del dólar, de ese año, el mismo se ubicó en $us 323, mientras que, en 2025, el salario mínimo quedó en Bs 2.750, al cambio del dólar paralelo actual, el salario mínimo representa $us 154.
“Como se ve el salario de los trabajadores se ha depreciado, ya no tiene el mismo valor. Es ese el principal golpe para el bolsillo de la población. A esto se debe sumar que los alimentos se han encarecido de tal forma que en algunos productos el alza llega al 90%, como el café, el arroz, la carne de res y algunas verduras”, observó Molina.
Aranda considera que el alza del dólar paralelo se traduce en un encarecimiento de los productos importados y de aquellos bienes nacionales que dependen de insumos del exterior. La caída de las importaciones de bienes de capital y consumo afecta tanto a la industria como al comercio minorista, elevando los costos de producción y, en última instancia, el precio final para los consumidores.
Además, el deterioro del valor del boliviano genera un proceso inflacionario, ya que se requiere más moneda nacional para adquirir los mismos bienes en dólares.
“Esto impacta directamente en la capacidad de compra de los hogares, que ven sus ingresos reducidos en términos reales. En otras palabras, cada boliviano vale menos, y el costo de vida aumenta de manera sostenida”, sostuvo Aranda.
Para el economista, José Gabriel Espinoza, el alza del dólar paralelo tienen un efecto transversal en la economía del país, pues a su criterio la necesidad de la divisa extranjera no solo se reduce a los grandes importadores, sino que es una necesidad de los micro, pequeños, medianos y grandes empresarios.
Espinoza, sostuvo que si bien la economía esta bolivianizada, las expectativas para mantener el poder adquisitivo, lleva a la población a demandar más dólares, que son escasos y por ende sube de precio.
“En ese sentido las expectativas tanto de los trabajadores, como de las empresas muchas veces no coinciden y eso tienen su impacto en el comportamiento de la economía del país”, indicó Espinoza.
Considera que otro factor desequilibrante es el accionar político que se hace más notorio a medida que se acercan las elecciones generales y que de alguna manera condicionan el comportamiento de los agentes económicos.