La desesperación comienza a apoderarse del sector apícola en Tarija. A pesar de los compromisos asumidos por la Empresa Boliviana de Alimentos y Derivados (EBA) para adquirir miel de los productores locales, no hay resultados. El panorama actual es desolador, con grandes cantidades de miel almacenadas sin salida y un precio de compra que no alcanza ni para cubrir los costos básicos de producción.
Una de las productoras apícolas de Tarija, Eugenia Tejerina, menciona que EBA iba a recoger 100 toneladas de miel, pero solo se llevó 30, y eso fue de la producción 2022-2023. Y lo que se ha producido en 2024 y parte de este año sigue almacenado.
La productora asegura que actualmente EBA está pagando 32 bolivianos por kilo, una cifra que está lejos de lo necesario para sostener la actividad apícola. “Los insumos se han ido a las nubes. La cera que comprábamos a 700 bolivianos ahora cuesta entre 1.300 y 1.400. Las vitaminas, los antiparasitarios, todo ha subido”, lamenta.
Según cálculos de los apicultores, el precio justo de la miel debería rondar los 120 bolivianos el kilo, tomando en cuenta los altos costos de producción y el mantenimiento de las colmenas. Sin embargo, la realidad es otra. La intervención de EBA, que en teoría debería garantizar una salida comercial para los pequeños productores, se ha convertido –según denuncian– en un obstáculo más.
Refieren que EBA prácticamente monopoliza el mercado y ellos fijan el precio y no hay margen de negociación. Además, critican la falta de voluntad del Gobierno Departamental para incluir a la producción apícola en las compras estatales destinadas a la canasta alimentaria para personas con discapacidad y adultos mayores.
“Intentamos ingresar nuestras mieles, pero en las licitaciones, si una letra está mal en el formulario, hacen caer el proceso. No hay interés en apoyar la producción local, solo ponen trabas”, añade.