Bolivia tiene riqueza bajo tierra, sin embargo, tiene que importar combustibles y la situación tiende agravarse, de no cambiar el rumbo de la política energética, que ingresó en crisis ante la falta de exploración e inversión, de acuerdo a la exposición de la ex autoridad de hidrocarburos, Ángel Humberto Zannier, en un seminario organizado por el Instituto Argentino de la Energía General Mosconi (IAE), en Argentina.
Ta el analista de hidrocarburos Álvaro Ríos advirtió que la falta de exploración provocará que Bolivia deba aumentar recursos para la importación de combustibles, y posiblemente el próximo año se empiece, a parte de la gasolina y el diésel, el Gas Licuado de Petróleo (GLP). Y para el 2028 incluir al gas natural.
Bolivia está sentada sobre una montaña de gas, petróleo y potencial energético. Pero mientras las reservas esperan bajo tierra, arriba falta inversión, sobra desidia y las refinerías operan a media máquina, detalló Zannier Claro, ex Ministro de Energía de Bolivia, según el diario digital https://eleconomista.com.ar.
«Tenemos recursos, tenemos conexión con dos gigantes energéticos como Argentina y Brasil, pero seguimos dependiendo de importaciones de diésel y de un sistema de subsidios que distorsiona todo», alertó Zannier, dejando en evidencia las contradicciones del modelo boliviano.
Subsidios que alimentan el caos
El 55% de la energía se consume solo en el sector transporte. ¿Por qué tanto? Subsidios descontrolados que hacen más barato llenar un tanque en Bolivia que en cualquier país vecino. Esto no solo fomenta el consumo excesivo, sino también el contrabando de combustible a lo largo de las fronteras, señala el experto.
«Mientras tanto, la industria apenas representa el 22% de la demanda energética. Y el Estado mira para otro lado», advierte el ex funcionario.
Las reservas probadas de gas natural se desplomaron a solo 4,5 TCF en 2023. ¿La razón? Una combinación letal de abandono de la exploración, precios internos congelados y un marco regulatorio que espanta a cualquier inversor.
«El famoso ‘Government Take’, la parte que el Estado se queda entre impuestos, regalías y demás, llega hasta el 90%. Al productor le queda un 8%. Con eso nadie perfora ni un pozo», explicó Zannier.
Gasoductos sin gas, refinerías sin crudo
La red de gasoductos, más de 4.300 kilómetros, conecta Bolivia con Argentina y Brasil. Pero el flujo es unilateral: solo sale gas. Y cada vez menos. Las refinerías, con capacidad para procesar 67.000 barriles diarios, hoy operan con carga mínima por falta de materia prima, describe el medio argentino.
Peor aún: como el crudo boliviano es liviano, esas refinerías no pueden adaptarse fácilmente al petróleo importado. Resultado: el país importa cada vez más diésel y combustibles pesados, a precios internacionales.
Zannier no arroja duda alguna: si Bolivia quiere salir del pantano energético, necesita actuar ya.
Reescribir las reglas del juego para atraer inversión, revisar el sistema de subsidios que distorsiona la demanda, y diversificar la matriz energética.
Varios expertos ya mencionaron que el sector hidrocarburos requiere una nueva ley para atraer inversión privada, debido a la ineficiencia de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
En conversatorio 365, el economista y experto en el tema, Jaime Balanza, indicó que YPFB no cuenta con suficientes recursos para hacer exploración, pero paralelamente se necesita inversión privada para desarrollar todo el potencial energético que tienen Bolivia.