Keir Starmer se ha empeñado en desplegar, durante el primer año de su mandato, un pragmatismo “sin escrúpulos”, que permita resucitar el crecimiento económico del Reino Unido, aletargado desde hace más de una década. Y parte de ese empeño es la apuesta decidida por la energía nuclear, que deja atrás años de debate e incertidumbre. El Gobierno laborista, ha anunciado este martes la ministra de Economía, Rachel Reeves, destinará 11.500 millones de libras esterlinas (unos 13.600 millones de euros) de inversión pública al proyecto de la central nuclear Sizewell C, en la localidad de Suffolk.
Reeves, que presentará este miércoles una nueva Spending Review (Revisión de Gasto), ha decidido cambiar las reglas de equilibrio fiscal que limitan el aumento de la deuda pública para poder insuflar esa cantidad astronómica a la industria atómica, del mismo modo que ya ha anunciado un incremento de la inversión en defensa hasta el 2,5% del PIB en los próximos dos años.
“Pero la seguridad no se reduce a nuestras fuerzas armadas. También se trata de evitar que los precios energéticos no se disparen debido a sucesos que ocurren en algún lugar del mundo, o a que una cadena de suministro internacional frágil se vea distorsionada (…) La seguridad nacional también es la seguridad energética”, ha anunciado Reeves ante los delegados de la central sindical GMB, que celebran estos días su congreso anual en Brighton.
“Porque es la decisión correcta para abaratar el coste de la vida y crear empleos, y la decisión correcta para obtener seguridad energética, hoy anuncio que este Gobierno laborista va a invertir en el mayor despliegue de energía nuclear realizado en una generación”, ha proclamado la ministra entre aplausos.
El Gobierno de Starmer utiliza el argumento de la creación de empleo y del crecimiento económico para justificar decisiones de un calado político descomunal, como lo son la del rearme militar o la de la apuesta por las nucleares.
Según Reeves, la inversión en el proyecto Sizewell C supondrá la generación de 10.000 nuevos puestos de trabajo. Si se agregan los 13.600 millones de euros comprometidos a los 3.100 que ya se anunciaron hace un año, y a los 4.200 que el Tesoro británico ha apartado para la construcción de la central en los últimos dos años, la suma supera los 20.000 millones en inversión pública para una estación nueva.
Con una capacidad estimada de generación de 3,2 gigavatios, la nueva central podría suministrar electricidad para seis millones de hogares.
Un 15% del proyecto pertenece a la empresa pública francesa de energía EDF, que se ha comprometido a colaborar con el Gobierno británico para buscar inversores privados que se sumen también al empeño. La suma final será desvelada el mes que viene, durante la cumbre bilateral entre el Reino Unido y Francia que se celebrará en Londres.
Sizewell C tardará al menos entre 9 y 12 años en ser completada, pero es el primer empeño en levantar una nuclear nueva en el Reino Unido desde 1995. La vida útil de la mayoría de las centrales existentes en suelo británico está programada para finalizar a mediados de la década de los treinta.
El Gobierno de Starmer ha defendido desde el primer minuto la necesidad de construir nuevas centrales nucleares, para proporcionar una carga base que reduzca el riesgo de la producción intermitente de electricidad que suponen las eólicas y solares. El Reino Unido, abanderado en la lucha contra el cambio climático, ha realizado un inmenso esfuerzo en la última década por aumentar sus renovables.
Hasta ahora, sin embargo, la inversión en energía nuclear había quedado en manos de la iniciativa privada. El último gran proyecto nuclear financiado con dinero público fue Sizewell B, que recibió en 1987 unos 2.300 millones de euros.
Reeves también ha anunciado que el Gobierno ha elegido finalmente a la empresa británica Rolls-Royce para comenzar a construir los primeros Reactores Modulares Pequeños (SMR, en sus siglas en inglés). Con una capacidad de hasta 470 megavatios, este tipo de centrales son, en teoría, más fáciles y rápidas de poner en marcha, porque sus componentes pueden fabricarse en una localización distinta y ser posteriormente trasladados. En el Reino Unido no hay todavía ninguna en funcionamiento. Son la alternativa elegida por los grandes gigantes tecnológicos para alimentar los descomunales centros de datos necesarios para desarrollar todos los nuevos proyectos de inteligencia artificial.
Por último, el Gobierno británico destinará, ha anunciado también Reeves, casi 3.000 millones de euros en los próximos cinco años a los proyectos destinados a impulsar la tecnología de fusión nuclear.