El contrabando no solo golpea la economía boliviana con el ingreso de productos foráneos, sino también con la salida ilegal de alimentos de primera necesidad hacia países vecinos. Así lo evidencian los recientes operativos del Comando Estratégico Operacional de Lucha Contra el Contrabando (CEO-LCC), que detectaron una intensa actividad de tráfico de mercancías en zonas fronterizas del país.
Entre los productos más contrabandeados figuran carnes de res, pollo y cerdo, además de huevo, maíz, harina de trigo y azúcar. Estos alimentos —clave para la dieta y la canasta básica de los bolivianos— están siendo trasladados sin control sanitario ni respaldo legal hacia destinos como el Perú.
«En lo que va del año, hemos decomisado más de 700 quintales de maíz, más de 1.500 unidades de pollo y 2.100 unidades de huevo. También se ha incautado carne de res faenada, especialmente en la región de Tiquina, en el departamento de La Paz», informó el comandante del CEO-LCC, José Pardo, en entrevista con Bolivia TV.
Uno de los casos más recientes se registró en esa misma localidad fronteriza, donde se logró interceptar un cargamento de carne con un valor estimado en Bs 5.000. Las autoridades también confiscaron ganado en pie, lo que confirma que la fuga de alimentos no solo se da en productos procesados, sino desde el origen mismo de la cadena productiva.
El procedimiento, enmarcado en el Decreto Supremo 5402, establece que los productos incautados deben ser sometidos a una evaluación sanitaria a cargo del Senasag. Si son aptos para el consumo, son redirigidos a la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) para su venta en mercados regulados. Si no cumplen con los estándares, se procede a su destrucción.
«Es común encontrar productos cárnicos transportados sin cadena de frío, lo que representa un riesgo para la salud pública», advirtió Pardo.
El contrabando de salida ha ganado protagonismo en los últimos meses, en medio de una economía presionada por el desabastecimiento de combustibles, la inflación regional y la devaluación en países vecinos, que vuelve más rentable el envío ilegal de alimentos bolivianos al exterior.
Pese a los esfuerzos del Estado por contener este fenómeno a través de operativos militares, controles sanitarios y la intervención de instituciones como Emapa y la Aduana Nacional, los resultados siguen siendo insuficientes. La magnitud supera la capacidad de control en regiones extensas y con pasos fronterizos porosos.
Como consecuencia directa, los precios internos de estos productos han mostrado un incremento sostenido. La carne de pollo, por ejemplo, supera los Bs 22 por kilo en algunas ciudades; el huevo y la harina también registran alzas que impactan en los bolsillos de las familias y en los costos para la industria alimentaria.