Cada vez que haces una pregunta a una herramienta de IA, esta consume electricidad y agua de forma silenciosa. Pero hasta ahora, nunca habíamos sabido cuánto. Google ha aclarado las cosas publicando los cálculos de su modelo Gemini. Gemini es un sistema de inteligencia artificial que puede procesar texto, imágenes, vídeo y audio.
Según la empresa, una consulta de texto al sistema consume tanta energía como ver nueve segundos de televisión, utiliza unas cinco gotas de agua y libera 0,03 gramos de CO₂. No parece mucho, ¿verdad? Pero imagina a millones de usuarios realizando múltiples solicitudes al mismo tiempo, varias veces por minuto. Estas cifras se acumulan rápidamente. Entonces, ¿cuánta electricidad se necesitará para satisfacer nuestro creciente apetito por la inteligencia artificial? Si seguimos utilizando la IA como lo hacemos ahora, necesitaremos más electricidad. Por ello, los principales ejecutivos del sector tecnológico sugirieron que la energía nuclear es una solución inevitable para satisfacer estas necesidades. El costo de un centro de datos podría rondar los 100 000 millones de dólares. Se prevé que, en cinco años, alrededor del 10 % de la demanda energética de Estados Unidos provenga de los centros de datos.
Pero, ¿qué ocurre con los países europeos? Los gobiernos de todo el continente abogan por la energía limpia, pero siguen teniendo desacuerdos sobre este tema. Francia recibe más de la mitad de su electricidad de centrales nucleares. Finlandia tiene uno de los reactores más grandes del mundo. Alemania, que en su día fue el principal usuario de energía nuclear, cerró sus últimos reactores en 2023 en respuesta a las campañas medioambientales. Bélgica tenía un plan para eliminar gradualmente sus reactores, pero fue rechazado por el Parlamento. Por lo tanto, el papel de la energía nuclear sigue siendo controvertido.
La gente utiliza la IA a diario, desde responder preguntas sencillas y escribir ensayos hasta planificar un viaje e incluso ayudar a comprender diagnósticos médicos. Cada interacción requiere energía, y no es comparable con el uso de la búsqueda de Google. De hecho, una sola consulta en Google solo consume unos 0,0003 kWh de electricidad, lo que equivale a mantener encendida una bombilla de 60 vatios durante 17 segundos. Ahora, multiplica estas pequeñas interacciones por miles de millones de usuarios en todo el mundo y la escala se vuelve enorme. La IA funciona con electricidad, y esta tiene que provenir de algún sitio.
Si los países europeos siguen rechazando la energía nuclear, su dependencia de las energías renovables y las importaciones aumentará. Esta energía es común en Europa, pero es muy cara, ya que el sol no brilla todo el tiempo y el viento no sopla según lo previsto. Ni siquiera las tecnologías de almacenamiento de energía más modernas pueden compensar esto por completo. Hay muchos ejemplos en los que la dependencia excesiva de las energías limpias ha salido mal. Una caída repentina de la energía solar provocó un apagón masivo en la península ibérica a principios de este año. Como resultado, España y Portugal quedaron sumidos en la oscuridad total durante casi diez horas.
La inteligencia artificial y las tecnologías digitales no esperarán. Cada solicitud a un chatbot o generador de imágenes requiere recursos, y estas solicitudes se multiplican cada día. Si Europa no encuentra una forma de proporcionar electricidad estable y limpia, o bien el desarrollo tecnológico se ralentizará, o bien la región dependerá de proveedores de energía externos.
La IA es conveniente para los usuarios, pero supone una carga para la infraestructura. Cada vez que hacemos una pregunta, estamos votando esencialmente a favor de la construcción de nuevas centrales eléctricas. Y mientras Europa debate su futuro energético, la demanda no hará más que crecer.
Una posible solución no es solo discutir sobre si construir o cerrar centrales nucleares, sino aprender a gestionar la propia demanda. Por ejemplo, si la IA requiere mucha energía, las regulaciones podrían animar a las empresas a desarrollar algoritmos energéticamente eficientes. Esto reduciría la presión sobre la red y disminuiría la dependencia de fuentes controvertidas, ya sean nucleares o de gas.
Quizás dentro de unas décadas dispongamos de tecnologías revolucionarias que sustituyan a la energía atómica, el carbón y el gas. Pero ahora mismo, el mundo se enfrenta al hecho de que la IA requiere energía hoy en día. ¿Está Europa preparada para responder con sinceridad de dónde vendrá esta energía?