La quebrada El Monte, que alguna vez fue un curso de agua natural y parte del sistema pluvial de Tarija, hoy está convertida en un desagüe clandestino. Decenas de viviendas descargan allí aguas servidas domésticas, lo que provoca un olor fétido, que en época de calor se vuelve insoportable. El cauce, que debería funcionar como desfogue de lluvias, está ahora saturado por basura, escombros, maleza y agua estancada que se fermenta.
La situación llegó a un punto límite y movilizó a vecinos y autoridades. El 10 de septiembre se realizó una primera inspección en el puente peatonal del barrio Salamanca, punto donde desemboca la quebrada. Participaron representantes de la Cooperativa de Agua y Alcantarillado de Tarija (Cosaalt), la Secretaría de Medio Ambiente de la Alcaldía, el Hospital Regional San Juan de Dios, la Comisión de Medio Ambiente del Concejo Municipal —encabezada por la concejal Odris Nushenka Gaite—, además de vecinos del barrio Salamanca y presidentes de barrios colindantes.
La conclusión fue clara: se debía convocar a una segunda reunión con todos los barrios involucrados, tanto los que sufren la contaminación como los que la generan.
Vecinos exiges soluciones
La convocatoria tuvo eco. El miércoles 17 de septiembre, una decena de barrios llegó hasta el Concejo Municipal. El presidente del barrio Salamanca, Miguel Aguirre, describió la escena como “impresionante”.
“Había presidentes de barrios que buscaban este momento para expresar su angustia por la contaminación. La cantidad de gente nos da esperanza de que ahora sí se comiencen acciones concretas”, expresó.
Entre los barrios más afectados están Villa Fátima, La Pampa, San Gerónimo, Aeropuerto y otros que colindan con la quebrada El Monte.
Durante la reunión, la comisión de Medio Ambiente anunció la redacción de un proyecto de ley que sancione a quienes continúen vertiendo aguas servidas en la quebrada. La norma obligará a domicilios y negocios a conectarse a la red de alcantarillado, bajo advertencia de sanciones penales por daño a la salud pública.
“Ya nos cansamos de pedir a la gente que no bote aguas servidas. Ahora habrá respaldo legal, y quienes infrinjan la norma enfrentarán procesos”, remarcaron desde el Concejo.
Inspecciones y notificaciones inmediatas
Uno de los acuerdos más firmes fue iniciar, desde el lunes 22 de septiembre, una inspección integral desde el mercado El Dorado, punto donde nace la quebrada. Cosaalt, en coordinación con juntas vecinales y la Alcaldía, notificará a los domicilios que descarguen desechos al cauce. Se les dará un plazo para conectarse al alcantarillado; de no hacerlo, enfrentarán denuncias penales.
“Con la ley bajo el brazo vamos a exigir que se cumpla. Es la única forma de comenzar el saneamiento de nuestra quebrada”, subrayó Aguirre.
Riesgo sanitario y de inundaciones
La concejal Odris Nushenka Gaite advirtió que el problema no es solo sanitario, sino también de seguridad.
“La quebrada debe mantener un nivel natural para evitar inundaciones. Si sigue colapsada por aguas servidas, los riesgos serán mayores en temporada de lluvias”, alertó.
Durante la inspección se constató además que no solo los domicilios descargan aguas contaminadas, sino también lavanderías e instituciones públicas, lo que agrava aún más la situación.
Trabajo coordinado a largo plazo
La reunión derivó en la creación de mesas técnicas con Cosaalt, la Federación de Juntas Vecinales (Fedjuve) y las directivas barriales. El plan contempla cronogramas de limpieza, ingreso de maquinaria y obras de saneamiento, siempre que primero se reduzca el vertido de aguas servidas.
La expectativa vecinal es alta. Tras años de reclamos, los barrios sienten que ahora sí existe un compromiso político e institucional para rescatar la quebrada El Monte.
Mientras tanto, el cauce continúa recibiendo descargas que ahogan su ecosistema y afectan la salud de cientos de familias. Lo que está en juego ya no es solo la limpieza de Salamanca o Villa Fátima, sino la salud pública de toda Tarija.