Con el triunfo de Rodrigo Paz y Edman Lara en el balotaje, Bolivia inicia una carrera contra el tiempo. Un estricto calendario de 20 días, plagado de protocolos, trámites legislativos y ceremonias constitucionales, separa al presidente electo de su toma de posesión el 8 de noviembre. Cada etapa, desde el recuento final de votos hasta la colocación de la banda presidencial, está minuciosamente regulada en un proceso que pondrá a prueba la eficiencia del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y la capacidad de coordinación de las fuerzas políticas.
La certificación definitiva
El proceso ya está en marcha. Mientras Bolivia analiza los resultados preliminares, el TSE enfrenta su primer desafío: el cómputo oficial. Según el TSE, este proceso se extenderá hasta el jueves 23 de octubre, siempre que las condiciones climáticas no obstaculicen el traslado de las actas físicas desde los 7,014 recintos electorales hasta los centros de cómputo departamentales.
El cómputo oficial requiere del acta física original, destacando la vulnerabilidad del sistema a factores logísticos. Este período es crucial: cualquier impugnación formal debe presentarse durante estos cinco días, aunque la ventaja de Paz hace improbable que se dispute el resultado.
La acreditación
Una vez proclamados los resultados oficiales, viene un acto de profundo simbolismo democrático, la entrega de credenciales. El presidente del Tribunal Electoral Departamental (TED) de Tarija, Oscar Gutiérrez, señaló que esto debe programarse hasta el 28 de octubre.
Empero, información de medios nacionales refieren que este proceso será entre el 27 de octubre y el 3 de noviembre, el TSE entregará los documentos que acreditan formalmente a Paz y Lara como presidente y vicepresidente electos, junto a los 165 asambleístas que conformarán la nueva ALP.
Este acto no es mera formalidad. Representa el traspaso legal de la legitimidad electoral al poder político. Para Paz, será su primer acto oficial como mandatario electo, marcando el inicio real de su transición gubernamental.
El despertar del legislativo
Antes que el presidente, asume el legislativo. Entre el 4 y 7 de noviembre, en una secuencia cuidadosamente coreografiada, se producirá la toma de posesión de asambleístas: Los 165 legisladores electos jurarán sus cargos. Los senadores lo harán ante el senador saliente de mayor antigüedad, los diputados ante su par más antiguo.
Inmediatamente después, ambas cámaras elegirán a sus directivas (presidentes, vicepresidentes y secretarios). Esta será la primera prueba de fuego política para el PDC, que con 70 escaños necesita aliados para controlar las mesas directivas.
En lo que respecta la conformación de la ALP, el vicepresidente Edman Lara asumirá automáticamente la presidencia, un cargo desde donde deberá articular la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo.
El sábado 8 de noviembre, todo culmina con una ceremonia de investidura cargada de simbolismo republicano en el hemiciclo de la ALP.
Paz recibirá honores como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, un gesto que refuerza la subordinación castrense al poder civil.
Ante el vicepresidente Lara, Paz jurará «cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes del Estado». El mismo procedimiento se repetirá para Lara, quien será posesionado por el vicepresidente saliente o el presidente del Senado. Lara colocará la banda presidencial y la medalla a Paz
Paz dirigirá su primer mensaje a la nación, donde se espera detalle los lineamientos de su gobierno y las medidas urgentes para enfrentar la crisis económica.
El desafío de la transición gubernamental
Mientras se desarrolla este calendario protocolario, en paralelo avanza la transición gubernamental. El presidente electo Rodrigo Paz y su equipo deberán: Designar su gabinete ministerial, especialmente los ministerios que marcan el ritmo del país, tanto en carteras de Economía, Gobierno, Hidrocarburos y otros.
Además, deberá recibir el estado de situación de cada cartera del gobierno saliente; Preparar los decretos y medidas de los primeros días.
Fuera del protocolo oficial, no se descartan actos complementarios, pues en las últimas dos décadas los presidentes participaron de rituales ancestrales.