La debacle de los hidrocarburos en Bolivia no solo significó una de las más agudas crisis energéticas en la historia del país, sino el fin de muchas empresas bolivianas que, con orgullo y talento nacional, encararon grandes proyectos como la perforación de pozos, construcción de ductos y plantas de procesamiento de gas y líquidos.
Sin embargo, hubo otras que lograron ‘reinventarse’ y desde hace algunos años trabajan en rubros como el de las energías alternativas, la construcción civil o la agroindustria.
Expertos del sector consideran que en Bolivia hubo dos épocas de bonanza del sector hidrocarburos: la primera, la ‘época de oro del petróleo’, entre 1950 y mediados de los 80; y, la segunda, la ‘bonanza del gas’, entre finales de los 80 a 2015.
Según un reporte de la Fundación Jubileo, en 19 años —hasta diciembre de 2024— el Estado boliviano administró más de $us 63.000 millones por la explotación de hidrocarburos, siendo responsable directo de la gestión de cerca de $us 45.000 millones de la renta petrolera.
“Un solo sector económico soportó la mayor parte del peso fiscal, económico y energético del país, ya que contribuyó, en promedio, con el 35% de los ingresos del Gobierno General (nivel central y subnacional). El año 2023, este aporte bajó a tan solo 18%”, resaltó la entidad.
Ese auge también se reflejó en las actividades de las empresas petroleras privadas nacionales e internacionales que operaban en el país. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2010 el sector generaba alrededor de 40.000 empleos y, en ese momento, se desarrollaban importantes proyectos como el desarrollo del campo Margarita-Huacaya. En 2014 las inversiones del sector superaron los $us 3.000 millones, tomando en cuenta las públicas y privadas, destinando el mayor porcentaje a producción.
De acuerdo con un informe de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE) dirigido a EL DEBER, la organización llegó a tener un centenar de asociadas en los años de mayor producción de gas natural, a mediados de la década pasada. Actualmente la entidad cuenta con alrededor de 50 empresas afiliadas, las que desarrollan actividades en diferentes áreas de la cadena de hidrocarburos, como exploración, producción, perforación, transporte, legal, suministros y servicios especializados para pozo e instalaciones de superficie, servicios auxiliares -como seguridad y formación-, y energías renovables, entre otros.
Enzo Michel, director ejecutivo de la CBHE, manifestó que la actividad del sector se vio afectada cuando se inició la declinación de la producción de gas y, fundamentalmente, cuando se ralentizaron los grandes proyectos. Esto se acentuó durante y después de la pandemia de Covid-19, cuando numerosas empresas cerraron o se vieron obligadas a buscar proyectos en otros sectores. “Esto derivó en procesos de reestructuración, reducción de costos de operación y de plantillas. El 2021 y el 2022 marcaron una reducción de las actividades y en ese período, alrededor del 75% enfrentó la suspensión o postergación de algún proyecto”, relató Michel.
De acuerdo con el ejecutivo, en 2023, un 42% de las afiliadas a la CBHE también estaban brindando servicios en otros sectores, como, por ejemplo, energías renovables, agroindustria, construcción y minería, además de buscar proyectos en el exterior, tomando en cuenta la alta cualificación de los profesionales bolivianos.
Manejar los riesgos
El ex presidente de la CBHE y principal ejecutivo de la empresa Kaiser Servicios, Carlos Delius, sostuvo que el paro de muchas empresas se debió a que no se supo manejar el riesgo, sobre todo en materia económica. “Muchas empresas andaban bien ‘apalancadas’, es decir, con un capital de 3 millones (de dólares) podías facturar 20 (millones), pero cuando te equivocas o cuando se pone demasiado competitivo el sector, ahí empiezas a ver los errores y eso es lo que nos ha ocurrido”.
Consultado sobre la incidencia de la Ley de Hidrocarburos (3058) en la crisis del sector, Delius no endilgó toda la responsabilidad, porque permitió que haya muchas inversiones y recaudaciones, pero fue un fracaso en la regeneración de los recursos.
En ese sentido, el experto en hidrocarburos, Fernando Rodríguez coincidió con Delius al afirmar que la Ley 3058 fue buena mientras el precio del gas era bajo, porque la participación de 18% para YPFB y 82% para las empresas operadoras dejaba a estas últimas con la responsabilidad de asumir costos recuperables, las inversiones o el riesgo.
“Pero cuando el gas sube a 10-12 dólares, el seguir con ese tipo de participación era irrisible (para el país). El 82% de 10 dólares eran 8,2 dólares, o más. Entonces ahí cambiamos la ley (con la nacionalización, en 2006). Pero una vez empiezan a caer los precios, llega el 2017, cuando deberíamos haber tomado una decisión: la ley debería ser flexible, tener posibilidades de acomodarse a las situaciones. Trancamos el corral cuando el burro ya se ha salido”, expresó Rodríguez.
Como un ejemplo —añadió—en los últimos 100 años en Bolivia se perforaron 2.100 pozos, un promedio de 21 pozos por año. “Hoy día, en el mejor de los casos, estamos en 3 pozos y YPFB es la única que hace exploración. Eso nos da una pauta de cómo ha caído la actividad, al margen de que la poca actividad que hay, no tiene réditos económicos tangibles, porque el Estado no es un buen cumplidor de las normas y de los contratos y, las empresas de servicios, para cobrar, tienen que esperar la buena voluntad del gobierno, mientras el dólar se ha subido al techo”, lamentó.
Caso de resiliencia
Bolpegas ha sido una de las empresas resilientes que supo ‘reinventarse’. Ha trabajado en importantes proyectos como la fiscalización y gerenciamiento de la construcción del Gasoducto Bolivia- Brasil (Gasbol), la ingeniería para la planta separadora de líquidos Carlos Villegas, fiscalización de la planta cementera de Itacamba y actualmente invierte en la instalación de una planta ensambladora de baterías de Ion Litio para diferentes necesidades.
Luis Javier Mantilla, socio director de la firma boliviana, consideró que el cierre de muchas empresas bolivianas, prestadoras de servicios a la industria petrolera, es un golpe serio para la propia industria, la consecuencia principal fue la fuga de talento técnico y la disminución de fuentes de trabajo.
“Ante la situación imperante en el país nos vimos en la necesidad de reinventarnos para, primero, sobrevivir y, segundo, crecer, incursionando en otro tipo de actividades, así como también diversificar nuestros servicios en el sector de hidrocarburos”, resaltó el ejecutivo, a tiempo de destacar que la empresa creó una unidad técnica especializada en realizar proyectos de energías renovables.
Actualmente desarrolla proyectos fotovoltaicos para generar energía eléctrica a partir de la energía solar y también trabaja en el desarrollo de oportunidades para el aprovechamiento del biogás. Además, realizan inversiones en un proyecto urbanístico, localizado en el municipio de Colpa Bélgica, en Santa Cruz.
“Bolivia debe continuar los trabajos de prospección de hidrocarburos, pues tiene un potencial inmenso escondido en sus entrañas, dependerá de nosotros, los petroleros, y de las empresas que vengan a trabajar en nuestro país, la recuperación de nuestra condición de productores de energía”, profundizó Mantilla.



















