Paraguay quiere el gas de Vaca Muerta y ser tránsito hacia Brasil: cuáles son los primeros detalles del plan

Paraguay impulsa la construcción de un Gasoducto Bioceánico que busca convertir al país en un «hub energético» que le permite contar a inicios de la próxima década con el abastecimiento energético adecuado para darle competitividad al crecimiento que proyecta de sus actividades productivas y, además, establecer una vía alternativa y estratégica para que el gas de Vaca Muerta llegue al gran mercado de Brasil.

Para la Argentina, uno de los aspectos más relevantes de esta iniciativa no solo ganar un nuevo mercado para la producción de la Cuenca Neuquina, sino la posibilidad de que Paraguay se convierta en la ruta de tránsito del gas argentino hacia Brasil, un tema que se encuentra en plena definición para ganar el mercado de uno de los mayores consumidores de gas de la región con una demanda promedio de 70 millones de metros cúbicos por día (MMm3/d).

Esta nueva traza, que busca fortalecer y acelerar el gobierno de Paraguay, se presenta como una alternativa a la actual dependencia del sistema de ductos de Bolivia, cuyas exportaciones están en declive y que, hacia fines de la década, podría convertirse en un país importador de gas, lo que genera particular preocupación a los industriales del sur de Brasil que quieren garantizar su abastecimiento.

El proyecto de Paraguay con el denominado Gasoducto Bioceánico contempla un ducto de aproximadamente 1.050 kilómetros que se apoyaría en la infraestructura de la Ruta Bioceánica, actualmente en desarrollo en el Chaco Paraguayo.

Se prevé una capacidad inicial de transporte de 10 MMm3/d, con la posibilidad de expandirse hasta 30 MMm3/d en una etapa posterior, siguiendo la demanda. Autoridades paraguayas sostienen que, con base en estudios de prefactibilidad y viabilidad económica ya avanzados, el trazado por el Chaco, siguiendo el corredor de la Ruta Bioceánica, resulta la opción más eficiente y competitiva para abastecer al mercado brasileño -especialmente al estado de San Pablo- y al nordeste argentino.

Además, podría estar operativo en un plazo de unos cinco años. El proceso, que inició con la firma de un memorándum de entendimiento entre la Argentina y Paraguay para evaluar la exportación de gas natural, se encuentra ahora en una fase de trabajo técnico y de armonización normativa.

Para ello se están realizando reuniones técnicas entre los equipos de ambos países para ajustar los temas centrales y viabilizar la interconexión gasífera. Este trabajo se enmarca en una agenda de integración energética más amplia que también es impulsada por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE).

Un punto clave es la necesidad de actualizar la Ley del Gas Natural de Paraguay, vigente desde 1997, para adecuarla a los nuevos tiempos y garantizar un entorno de previsibilidad jurídica para las inversiones privadas, se destaca en el vecino país.

Para eso las autoridades paraguayas planean contratar a un especialista para trabajar en la armonización normativa con la Argentina, un paso que luego se replicará con Brasil.

El objetivo es que, al momento de firmar los contratos de comercialización y construcción, exista un marco regulatorio moderno y compatible entre las partes. Esto también incluye, para la Argentina, una discusión con autoridades y transportistas de Brasil, para avanzar de igual manera en la armonización de normativa y en las condiciones de los canones a cobrar de manera de llegar con una molécula competitiva desde Vaca Muerta.

La inversión estimada para el tramo del gasoducto que atravesaría Paraguay asciende a unos US$2.000 millones, y el plan contempla un recorrido que además de la vinculación con el Gasoducto del Norte requerirá 530 kilómetros hasta la frontera con Brasil y a partir de ahí otros 410 kilómetros hasta Campo Grande, en Mato Grosso do Sul.

Además del ducto, Paraguay tiene un segundo proyecto complementario con la instalación de una planta de generación eléctrica en el Chaco Central, que utilizaría el gas como fuente de energía.

Esta central tendría una capacidad proyectada de 1.000 Mw y requeriría una inversión adicional de aproximadamente US$1.000 millones. También está en los planes de inversores privados la construcción de una planta de fertilizantes para abastecimiento local y regional.

Pero la obra también tiene requerimientos complementarios desde la Argentina, de manera de asegurar el flujo suficiente en firme durante todo el año para dar certeza a contratos de mediano y largo plazo que son los que permitirán el financiamiento del proyecto.

Para eso se estima que no sólo se deberá ampliar la capacidad de transporte del Gasoducto del Norte, mediante loops y plantas compresoras, sino un nuevo gasoducto que es determinante.

Ese diseño realizado por la transportista TGN prevé el tendido de un nuevo gasoducto desde Tratayén hasta la Carlota, al sur de la provincia de Córdoba. La magnitud del proyecto está ligada al volumen que se aspire a transportar, pero se anticipa que para alcanzar una capacidad de 20 millones de metros cúbicos diarios (MMm³/día), la inversión rondaría los u$s2.000 millones.

A partir de entonces, cuando el Gasoducto del Norte esté debidamente abastecido (hoy limitado a 15 MMm3/d que apenas satisfacen la demanda de las siete provincias norteñas) habrá que decidir su incremento de capacidad, y la traza que tomará finalmente la conexión a Brasil. En este caso, el «disparador» para la construcción del nuevo gasoducto será, probablemente, la demanda local, particularmente la asociada a la generación termoeléctrica.

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