La avicultura cruceña cerró la gestión 2025 consolidándose como el principal proveedor de carne de pollo y huevo de Bolivia, con una producción de 186 millones de pollos de engorde, equivalente al 67,4% del total nacional, y una oferta cercana a 180 millones de huevos mensuales, informó el presidente de la Asociación de Avicultores de Santa Cruz (ADA), Enzo Landívar.
Sin embargo, detrás de estos récords productivos, el sector enfrenta serias dificultades económicas que ya están golpeando la rentabilidad de los productores.
De acuerdo con el informe presentado este martes, Santa Cruz produjo en promedio 15,5 millones de pollos al mes, lo que se traduce en unas 33.000 toneladas mensuales de carne de pollo destinadas al mercado interno. Este volumen permitió sostener un consumo per cápita de 48 kilos por persona al año. En el caso del huevo, el consumo subió de 208 a 246 unidades por habitante, reflejando una mayor presencia de esta proteína en la canasta familiar.
El desempeño productivo generó un valor bruto de producción de $us 1.473 millones, cifra que representa el 10% del PIB departamental y el 51% del PIB agropecuario de Santa Cruz, confirmando el peso estratégico del sector en la economía regional.
Landívar explicó que el crecimiento estuvo respaldado por mejoras genéticas y una mayor importación de reproductoras. En 2025 se importaron 2,1 millones de aves reproductoras de engorde, un 12% más que el año anterior, mientras que las reproductoras livianas para huevo aumentaron 22%. Actualmente, Santa Cruz concentra el 98,5% de la producción nacional de pollito bebé de engorde y el 80% de pollitas bebé para postura, abasteciendo al resto del país.
Costos en alza y presión sobre la rentabilidad
Pese al avance productivo, el presidente de la ADA advirtió que producir se ha vuelto cada vez más complejo debido al encarecimiento sostenido de los insumos. El sector demanda alrededor de 2 millones de toneladas anuales de alimento balanceado, compuesto en hasta 95% por maíz, sorgo y soya, productos que registran constantes incrementos de precio.
“El maíz ya representa cerca del 60% de la dieta de las aves, y cualquier alza impacta directamente en el costo final del pollo y del huevo”, sostuvo Landívar. A ello se suman los elevados precios de la harina de soya, influenciados por el mercado internacional, problemas logísticos derivados de sistemas de cupos aplicados en años previos y el encarecimiento de microingredientes importados, afectados por la devaluación.
Precios a la baja y advertencia al sector
Paradójicamente, el aumento de la producción no se ha traducido en mejores ingresos. Landívar alertó que el sector atraviesa un periodo crítico por la caída de precios al productor. “A pesar de la expansión que ha tenido la avicultura, hoy estamos perdiendo dinero”, afirmó.
El dirigente atribuyó esta situación a una combinación de desaceleración económica, alta inflación, escasez de carburantes, efectos climáticos y una contracción del consumo. “Una familia antes gastaba entre Bs 1.200 y Bs 1.400 en la canasta básica; hoy gasta entre Bs 2.000 y Bs 2.300. Eso ha reducido el volumen de compra y presionado los precios a la baja”, explicó.
En el caso del pollo, señaló que la producción semanal se mantiene por encima de 5 millones de aves, con picos cercanos a 6 millones, generando una sobreoferta que agrava la presión sobre los precios. “El mercado interno no está absorbiendo todo el volumen producido”, advirtió.
Exportaciones y desafío estructural
En materia de exportaciones, el sector proyecta para 2025 un aumento hasta 574 toneladas de carne de pollo y derivados, aunque con una caída en huevos procesados. Para la ADA, el reto inmediato es sostener la producción sin comprometer la viabilidad económica de los productores.
“El sector va a seguir creciendo, pero la gran oferta mantendrá los precios deprimidos por un tiempo, especialmente en el huevo, lo que puede desincentivar el repoblamiento de granjas”, alertó Landívar.
Pese a este escenario, los avicultores consideran que la avicultura cruceña mantiene bases sólidas para garantizar la seguridad alimentaria del país. El desafío, coinciden, será equilibrar el crecimiento productivo con la sostenibilidad económica, en un contexto marcado por altos costos, volatilidad y una demanda debilitada.



















