Gas natural, el puente en la transición energética de América Latina

A pesar de un enorme potencial para desarrollar las energías renovables, gobiernos de América Latina se han volcado en las últimas décadas al desarrollo del gas natural, un combustible fósil que, si bien contamina menos que el carbón, sigue siendo significativo en términos de emisiones de gases de efecto invernadero.

La importancia del gas ha ido en aumento con el tiempo. Representó el 31% del suministro total de energía primaria de la región en 2020, según datos del Sistema de Información Energética de América Latina y el Caribe (sieLAC). En 2000, esta cifra era del 24%.

Ese crecimiento ha sido especialmente visible en México, Bolivia, Argentina, Venezuela y Perú, hoy los principales productores en América Latina. Venezuela tiene casi el 70% de las reservas probadas de gas en la región y Argentina posee enormes recursos no convencionales, especialmente en el área de Vaca Muerta.

De seguir su actual desarrollo, el gas reemplazaría a la hidroelectricidad como la principal fuente de generación de electricidad en el 2030, de acuerdo a un análisis del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Ello demoraría la transición energética de la región a energías limpias, sostienen expertos.

“Es el combustible que más ha crecido en su expansión, a pesar de que hay alternativas más baratas y sostenibles», dijo Gustavo Máñez, coordinador de Cambio Climático para América Latina y el Caribe del Pnuma. “Los gobiernos tienen un sesgo a lo que conocen, que son los fósiles. Es un mal uso de los fondos públicos», añade.

¿Combustible de transición?

La industria del gas ha propuesto durante décadas que el combustible puede servir como un puente desde el carbón y el petróleo hacia una energía más limpia, pero este ha sido durante mucho tiempo un debate polémico y un tema divisivo no solo en América Latina sino también en Europa, como se ha visto recientemente.

Cuando se quema, el gas natural emite entre 50% y 60% menos de dióxido de carbono (CO2) en comparación con las emisiones de una planta a carbón.

Sin embargo, no es una panacea, ya que también se debe tener en cuenta su transporte y extracción, especialmente considerando el potencial de fugas de metano, el componente principal del gas natural. Durante un período de 20 años, el metano es hasta 80 veces más potente que el CO2 en su efecto sobre el calentamiento.

Cambiar el carbón y el petróleo por el gas natural no supondrá en última instancia, reducciones de emisiones necesarias para evitar los efectos más severos de la crisis climática. Además, la exploración de recursos no convencionales de gas (shale gas o gas de esquisto) recientemente descubiertos, afectaría a zonas hasta ahora no explotadas.

Limitar el aumento de la temperatura en 1,5ºC, tal como se acordó en el Acuerdo de París, significa no desarrollar más proyectos de combustibles fósiles, de acuerdo a la Agencia Internacional de Energía. Sin embargo, para Naciones Unidas, la producción de fósiles está hoy “desincronizada” de los objetivos climáticos.

“Se le quiere vender como una opción más limpia, pero para generación de energía el gas es un combustible fósil. Aunque tiene menos emisiones que el carbón no quiere decir que sea limpio. Corremos un gran riesgo pensando que podemos seguir usando el gas en el largo plazo”, afirmó Isabel Cavelier, cofundadora de la no gubernamental Transforma de Colombia.

El mayor uso del gas se da hoy en la generación de energía. Pero en los países de los que se tiene datos, la eólica y solar son fuentes de energía más baratas. Si bien ambas son variables, las fluctuaciones pueden ser resueltas con baterías, cuyo costo está en baja y suele ser menor que las centrales de gas de producción intermitente.

“El rol que el gas natural debería tener en la transición energética es apoyar y complementar en el proceso de cambio de la matriz energética hacia fuentes renovables y sostenibles”, sostuvo Mauricio de León, jefe de la Unidad de Recursos No Renovables de la División de Recursos Naturales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

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