Emergencia y esfuerzo, el COVID-19 obligó a replantear la organización nacional y vinculación con el mundo

Nadie se imaginaba lo que venía. Cuando los primeros reportes empezaron a recorrer el mundo, la llegada del nuevo coronavirus denominado COVID-19 al país parecía lejana. El tiempo fue corto, el 10 de marzo de 2020 los primeros casos fueron reportados en Bolivia y arribó la emergencia sanitaria que obligó a unir esfuerzos gubernamentales, replantear la organización nacional estrecha con los gobiernos subnacionales y la vinculación de Bolivia con el mundo.

“Nos hemos encontrado con limitaciones, muchas cosas que nos faltaban, otras que nos sobraban. Creo que esos elementos es importante analizarlos y lo estamos haciendo ahora”, explicó a La Razón la viceministra de Promoción y Vigilancia Epidemiológica, María Renee Castro.

La nueva enfermedad golpeó con fuerza al sistema sanitario. La respuesta en la población fue miedo, mientras que en los hospitales el personal trataba de hacerle frente a este virus desconocido, que atacaba el sistema respiratorio hasta incluso causar la muerte.

Las cifras de casos subían, así como los decesos. Las falencias fueron evidentes. Incluso se evidenció un escaso manejo de sistemas integrados que permitan hacer seguimiento, al margen de la falta de insumos, personal y organización que se profundizó.

“Hemos visto que digitalizar es otro reto, porque no es solo diseñar una plataforma, va más allá, es tener los servidores, tener personas expertas en el tema informático, tener expertos en los departamentos, equipo de asistencia técnica (…). Ha sido un megamovimiento que tuvimos que hacer y vivimos y esperamos que quede como información para los que vengan”.

COVID-19

El trabajo no fue sencillo. La pandemia obligó a una reorganización que tuvo que recurrir a todos los esfuerzos, desde ministerios hasta embajadas, primero en conseguir lo necesario para tratar de frenar los intensos golpes de cada ola. Un paso fundamental fueron las vacunas.

“El presidente (Luis Arce) puso a todos los cónsules y embajadores en búsqueda de pruebas de diagnóstico, de insumos y las vacunas. Una vez en el viceministerio empezamos a hacer la búsqueda de documentación para el tema de las vacunas, a reunirnos con todas las empresas, Moderna, Pfizer, Sinopharm, con todas las que tenían capacidad y estaban produciendo las vacunas”, afirmó.

Hasta ese momento, la necesidad de una coordinación internacional tan directa no se había dado. La pandemia azotaba al mundo, todos los países estaban detrás de inoculantes y se tuvo que recurrir a las relaciones bilaterales. Castro indicó que cuando el actual Gobierno ingresó vio una gestión nula para conseguir los recursos contra la pandemia.

“Todas (las empresas) nos decían ‘Bolivia no ha pedido, no ha mandado ninguna carta de intención, no ha reservado, Bolivia no ha hecho nada, está en una situación complicada’. Entonces nos preocupamos bastante, porque ya veíamos venir la siguiente ola, la que a nosotros nos tocaba enfrentar. Los casos subieron en diciembre y en ese mes firmamos nuestro primer contrato para vacunas”.

VACUNAS

Así llegó el primer lote, en enero de 2021. Las vacunas rusas Sputnik V contra el COVID-19 fueron las primeras en arribar al territorio nacional. La prioridad en recibirlas recayó en el personal de salud de primera línea de atención; de a poco, los lotes arribaron gracias a conversaciones incluso directas del Presidente con mandatarios de otros países.

Al momento el país cuenta con más de 10 millones de dosis y la posibilidad de habilitar incluso una dosis de refuerzo por año para toda la población mayor de cinco años.

Aunque este fue un paso determinante, no fue el último. Luego llegó otra ola, no de contagios, de desinformación. “Me llamaban para preguntarme si la vacuna tenía líquidos de un extraterrestre, que si tenía grafito, si ponía chips, un montón de historias y la gente que tanto moría por vacunarse cuando llegaron las dosis ya no las quería. Movimos lo que pudimos, nos reunimos con los sectores”.

La necesidad de una vinculación más amplia de Bolivia con el mundo también fue interna. El Gobierno nacional y los subnacionales tuvieron que trabajar en conjunto para tratar de hacer frente a la emergencia y aplicar las medidas necesarias, una coordinación clave que se tradujo en reuniones extraordinarias con representantes de los nueve departamentos, para unir cifras y diseñar planes.

La pandemia lo cambió todo. La nueva realidad que vino con el nuevo coronavirus deja huellas y desafíos pendientes para la salud, que aún trata de reponerse de los daños colaterales, como resurgimiento de enfermedades controladas.

EMERGENCIA

“En mi opinión personal, una lección que nos deja la pandemia del COVID-19 es que las estructuras de los países, empezando por los Ministerios de Salud, tienen que adecuarse a una nueva realidad, una nueva realidad más tecnológica, con un nuevo enfoque de salud de lo que es el derecho a la salud y eso tiene que ir asociado a todo el sistema de salud

Aunque el COVID-19 está en una fase de mayor control, no hay certezas. El sistema sanitario y las autoridades se preparan ya para próximas pandemias o incluso para que esta recrudezca.

“Ha sido importante para los países, también para nosotros, el hacer una evaluación. Cómo estábamos preparados, qué hemos visto que nos ha faltado, qué va a faltar de aquí en adelante, cómo nos vamos a mover, qué hacemos si mañana llega otra pandemia, estamos al menos 10% más preparados. Esos elementos han sido también importantes como resultado de la pandemia del COVID-19”.

COVID-19

El vínculo con el mundo debe prevalecer, es la posición del país, que se enfoca ahora en un plan sanitario que ayude a que el país no esté en la difícil situación de 2020 en una nueva oportunidad.

“Las acciones tienen que ser la transferencia científica tecnológica, es decir, no solamente dame el equipo, sino dime cómo tengo que manejar el equipo. No solo me des el insumo, sino dime mejor cómo puedo diseñar mis propios insumos. Porque el día de mañana, que es lo que decía en la Asamblea 75 (de la Organización Mundial de la Salud), no importa qué país sea (…) basta que en un país ocurra algo, eso va a afectar en el mundo, entonces tenemos que ser más vigilantes de lo que ocurre”.

El cambio del manejo sanitario, la introducción de la tecnología y la reorganización a nivel global son algunos de las herencias que deja la pandemia en estos tres años, lo que el Ministerio de Salud tiene claro es que “no podemos dar un paso atrás”.

SourceLa Razón

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