COP28, un momento decisivo para los combustibles fósiles

Los productores de petróleo y gas se enfrentan a decisiones fundamentales sobre su papel en el sistema energético mundial. La crisis climática presenta preocupantes señales de estar empeorando, impulsada en gran parte por el consumo de combustibles fósiles, según señala un nuevo informe especial de la Agencia Internacional de Energía (AIE). El organismo sostiene que la industria puede adoptar un enfoque más responsable y contribuir positivamente a la nueva economía energética.

El reporte de la AIE sobre la industria del petróleo y el gas, en el marco de la transición al cero neto de emisiones de carbono hacia 2050, analiza las implicaciones y oportunidades para el sector que surgirán de esfuerzos internacionales más fuertes para alcanzar objetivos energéticos y climáticos.

La publicación de ayer se da con antelación a la cumbre climática COP28 en Dubái, que comenzará el 30 de noviembre, y establece una serie de recomendaciones para el sector mundial del petróleo y el gas. La cita en Emiratos Árabes Unidos concentra enormes expectativas y se esperan decisiones para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

COMBUSTIBLES

Incluso en las condiciones políticas actuales, la demanda mundial de petróleo y gas alcanzará su punto máximo en 2030, según las más recientes proyecciones de la AIE. Una acción más drástica para abordar el cambio climático significaría claras caídas en la demanda de ambos combustibles. Si los gobiernos cumplen plenamente sus compromisos nacionales en materia de energía y clima, la demanda caería un 45% por debajo del nivel actual para 2050. En el camino trazado por el organismo para alcanzar el cero neto en emisiones de carbono a mediados de siglo, lo cual es necesario para mantener el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C al alcance, el uso de petróleo y gas tendría que disminuir en más de un 75% hacia 2050.

Sin embargo, según el informe, el sector del petróleo y el gas, que proporciona más de la mitad del suministro mundial de energía y emplea a casi 12 millones de trabajadores en todo el mundo, ha sido, en el mejor de los casos, una fuerza marginal en la transición a un sistema de energía limpia. Actualmente, las empresas de petróleo y gas representan solo el 1% de la inversión en energía limpia a nivel mundial y el 60% de esa cifra proviene de solo cuatro empresas.

“La industria del petróleo y el gas se enfrenta al momento de la verdad en la COP28 en Dubái. Mientras el mundo sufre los impactos de una crisis climática que empeora, continuar con las cosas como siempre no es ni social ni ambientalmente responsable”, afirmó el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol. “Los productores de petróleo y gas de todo el mundo deben tomar decisiones profundas sobre su lugar futuro en el sector energético mundial. La industria debe comprometerse a ayudar genuinamente al mundo a satisfacer sus necesidades energéticas y sus objetivos climáticos, lo que significa dejar de lado la ilusión de que la solución es capturar cantidades inverosímilmente grandes de carbono. Este informe especial muestra un camino justo y factible a seguir en el que las empresas de petróleo y gas asuman un interés real en la economía de energía limpia y al mismo tiempo ayuden al mundo a evitar los impactos más severos del cambio climático”, añadió.

La industria mundial del petróleo y el gas abarca una amplia y diversa gama de actores, desde pequeños operadores especializados hasta enormes compañías petroleras nacionales. La atención a menudo se centra en el papel de las grandes empresas del sector privado, pero estas poseen menos del 13% de la producción y las reservas mundiales de petróleo y gas.

Emisiones

La AIE observa que la estrategia de transición de toda empresa puede y debe incluir un plan para reducir las emisiones de sus propias operaciones. La producción, el transporte y el procesamiento de petróleo y gas generan casi el 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía. Tal como están las cosas, las empresas con objetivos de reducir sus propias emisiones representan menos de la mitad de la producción mundial de petróleo y gas.

Para alinearse con un escenario de 1,5 °C, las emisiones propias de la industria deben disminuir en un 60% para 2030. Además, las estrategias para reducir las emisiones de metano –que representan la mitad de las emisiones totales de las operaciones de petróleo y gas– son bien conocidas y normalmente pueden implementarse a bajo costo.

No todas las empresas de petróleo y gas tienen que diversificarse hacia energías limpias, pero la alternativa es cerrar las operaciones tradicionales con el tiempo. Algunas empresas pueden considerar que su especialización es en petróleo y gas natural y, por lo tanto, decidir que –en lugar de arriesgar dinero en áreas comerciales desconocidas– otras están en mejor posición para asignar este capital.

Un debate productivo sobre la industria del petróleo y el gas en transición debe evitar los conceptos erróneos comunes. Un primer escollo a librar es la noción de que las transiciones solo pueden ser impulsadas por cambios en la demanda. “Cuando el mundo energético cambie, nosotros también cambiaremos” no es una respuesta adecuada a los inmensos desafíos que tenemos por delante. Un enfoque desequilibrado en la reducción de la oferta es igualmente improductivo, ya que conlleva un mayor riesgo de aumentos de precios y volatilidad del mercado. En la práctica, nadie comprometido con el cambio debería esperar a que otro actúe primero. Las transiciones exitosas y ordenadas son aquellas en las que los proveedores trabajan con los consumidores y los gobiernos para expandir nuevos mercados para productos y servicios bajos en emisiones.

Petróleo

Si bien la producción de petróleo y gas es mucho menor en el camino de las transiciones hacia el cero neto de emisiones de carbono, no desaparecerá, ni siquiera en un escenario de 1,5 °C. Según el informe de la AIE, se necesita cierta inversión en el suministro de petróleo y gas para garantizar la seguridad del suministro de energía y proporcionar combustible a sectores en los que las emisiones son más difíciles de reducir. Sin embargo, no todas las empresas de petróleo y gas podrán mantener la producción, lo que requerirá que los consumidores envíen señales claras sobre su dirección y velocidad de viaje para que los productores puedan tomar decisiones informadas sobre el gasto futuro.

Los $us 800.000 millones que actualmente se invierten cada año en el sector del petróleo y el gas son el doble de lo que se necesita en 2030 en un camino que limite el calentamiento a 1,5 °C. En ese escenario, las caídas de la demanda son lo suficientemente pronunciadas como para que no se necesiten nuevos proyectos convencionales de petróleo y gas de largo plazo. Incluso sería necesario cerrar parte de la producción existente de petróleo y gas.

Riesgos y oportunidades

En las transiciones hacia el cero neto de emisiones, el petróleo y el gas se convertirán con el tiempo en un negocio menos rentable y más riesgoso. El análisis del informe revela que la valoración actual de las empresas privadas de petróleo y gas podría caer un 25%, desde los $us 6 billones actuales, si se alcanzan todos los objetivos de los países en materia de energía y clima. La cifra se eleva hasta un 60% si el mundo se encamina para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC.

A pesar de estos desafíos, hay oportunidades por delante. El informe concluye que el sector del petróleo y el gas está bien posicionado para ampliar algunas tecnologías cruciales para las transiciones a energías limpias. De hecho, alrededor del 30% de la energía consumida en 2050 en un sistema energético descarbonizado proviene de tecnologías que podrían beneficiarse de las habilidades y recursos de la industria, incluidos el hidrógeno, la captura de carbono, la energía eólica marina y los biocombustibles líquidos.

Recursos

Sin embargo, esto requeriría un cambio radical en la forma en que el sector asigna sus recursos financieros. La industria del petróleo y el gas invirtió alrededor de $us 20.000 millones en energía limpia en 2022, o aproximadamente el 2,5% de su gasto de capital total. El informe indica que los productores que deseen alinearse con los objetivos del Acuerdo de París necesitarían destinar el 50% de sus gastos de capital a proyectos de energía limpia para 2030, además de la inversión necesaria para reducir las emisiones de sus propias operaciones.

El informe también señala que la captura de carbono, actualmente el eje de las estrategias de transición de muchas empresas, no puede utilizarse para mantener el status quo. Si el consumo de petróleo y gas natural evolucionara según lo previsto en las políticas actuales, limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C requeriría una captura prácticamente inconcebible de 32.000 millones de toneladas de carbono para su utilización o almacenamiento hasta 2050, incluidos 23.000 millones de toneladas a través de la captura directa del aire. La cantidad de electricidad necesaria para impulsar estas tecnologías sería mayor que la demanda de electricidad del mundo entero en la actualidad.

“El sector de los combustibles fósiles debe tomar decisiones difíciles ahora, y sus elecciones tendrán consecuencias en las próximas décadas”, afirmó Birol. “El progreso de la energía limpia continuará con o sin productores de petróleo y gas. Sin embargo, el camino hacia las cero emisiones netas será más costoso y más difícil de recorrer si el sector no está a bordo”, sentenció.

SourceLa Razón

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