¿Evitar la crisis transfiriendo las subvenciones?

Motivado por la contundente afirmación que hace el economista Rolando Morales en su artículo “Evitar la crisis” publicado en Brújula Digital el 01|06|24|, me veo en la obligación de solicitar una aclaración, no por los economistas o la academia per se, sino por la gente de a pie que se gana la vida como trabajador informal: albañiles, comerciantes, lavanderas, plomeros, panaderos, etc. que van sintiendo el efecto de la crisis económica.

Morales indica que “no estamos en crisis, pues la economía sigue creciendo, las exportaciones están en buen nivel, la inflación es baja, el desempleo es moderado y la deuda externa manejable, pero la economía se va empeorando poco a poco y los diferentes actores económicos reclaman por la adopción de políticas que eviten un mayor deterioro”.

¿Cómo no va a crecer el Producto Interno Bruto (PIB) si se incrementa el gasto e inversión pública? Y por efecto de este, el consumo también se ve incrementado. Pero ¿a qué responde estos incrementos? A una mayor deuda externa. De manera, sencilla, si al fuego le sigues poniendo leña, el fuego seguirá ardiendo, sin importar la calidad de la leña, seguirá ardiendo y expandiéndose, así como el PIB seguirá creciendo, sin importar la calidad del gasto e inversión pública, los problemas de una mala inversión pública se lo ven a mediano y largo plazo. El Gobierno sabe que, si no aumentan los créditos para aumentar la inversión pública, la visibilizarían de la crisis en los indicadores económicos, está a la vuelta de la esquina. Adicionalmente, la deuda externa le permite financiar el déficit fiscal y también hacer frente a compras del combustible.

Siguiendo la ruta del mencionado artículo “Evitar la crisis”, Morales reconoce que existe un deterioro de la economía, aunque entra en contradicción con su thesis statement: “No estamos en crisis pues la economía sigue creciendo…”. indicando que ese deterioro está asociado a “…la escasez de dólares en el mercado cambiario, las periódicas interrupciones en la oferta de hidrocarburos y la falta de acuerdos en el Parlamento”.

La falta de dólares y de combustible son la punta del iceberg de los problemas económicos de Bolivia que yace en la estructura misma del sistema económico boliviano. Además, el tipo de cambio fijo ha creado una burbuja en la que los bolivianos hemos perdido la perspectiva internacional, y nos hemos acostumbrado a que los precios se mantengan “estables”, y mantengamos una inflación baja, también la “bolivianización” del sistema financiero y así hacer uso intensivo de instrumentos de política monetaria como ser emisión monetaria. La falta de dólares es, por lo tanto, producto de las decisiones en materia monetaria y cambiaria y no por porque los exportadores no traigan los dólares o sean fallas del sistema bancario como lo que plantea usted.

Las interrupciones en el suministro de combustible son más una consecuencia de esa falta de dólares, se ha llegado a tocar fondo en nuestra capacidad de administrar la liquidez de dólares al dilapidar las reservas Internacionales (RIN), y por ello las dificultades de hacer frente a las importaciones de combustible; por lo tanto, la falta de combustible también es parte de la punta del Iceberg y no así el fondo del problema. Esta mañana comenté con un amigo sobre este artículo, y en sus palabras sencillas me dijo, “Bolivia al acabar con las reservas internacionales, acabó con su colchón para evitar que las caídas sean dolorosas”.

El PIB de Bolivia era de un piso y tenía RIN suficiente como para que nadie se hiciera daño ante una caída de la economía boliviana, era nuestro colchón, gracias a las exportaciones del gas, el PIB creció en tres pisos y también crecieron las Reservas Internacionales, pero de manera irresponsable las autoridades de turno autorizaron el uso de las reservas internacionales desde el 2014 y eliminaron toda protección. Mi amigo, trabajador informal decía, “la caída va a doler y muy fuerte, el gobierno quitó el colchón y afectará a los más pobres”. Por lo tanto, la población identifica el problema claramente, pero algunos académicos intentan suavizar la información y desviar la atención del verdadero problema de fondo.

Vayamos a sus propuestas para evitar la crisis, Morales sugiere la adopción de estas medidas “1) Elevar los precios de la gasolina y del diésel a sus niveles internacionales, 2) Mantener los precios de los pasajes y fletes a su nivel actual, 3) Transferir al transporte el subsidio que reciben actualmente los hidrocarburos , 4) Para efectivizarlo, el Estado reconocerá una compensación a los transportistas y al sector agrícola igual a la diferencia entre el nuevo precio de los combustibles y su precio actual, con la presentación de facturas 5) Este subsidio se financiará con parte del subsidio actual a los combustibles”.

A primera vista, suena interesante ya que el solo igualar los precios del combustible con el precio internacional sería una medida que afectaría estructuralmente, además, su planteamiento de transferir la subvención a los transportistas y agricultores intenta mitigar los efectos de las medidas en la población de la temida inflación, y con ello se mantendrían los precios del transporte y productos agrícolas, pero otra vez, no se ataca el verdadero problema de fondo, es una medida que generaría bolivianos de primera y bolivianos de segunda.

La propuesta del doctor Morales no es realista y lo que propone es seguir manteniendo la subvención y el control del estado, que es uno de los problemas estructurales del actual sistema económico boliviano.

¿Basado en qué atributos los transportistas y agricultores serían los privilegiados de la subvención? ¿Cuál sería el mecanismo para lograr esa transferencia? ¿Cómo entregar gasolina con un precio P1 a un transportista que utilizará para conducir un bus interdepartamental y gasolina para su consumo propio a un precio P2? Con el B-Sisa, imposible, solo basta ver el contrabando actual de combustible. La presentación de facturas no garantiza un sistema justo, sino más bien aumentaría la corrupción y las prebendas. Lo que propone Morales generaría un mayor desorden económico que la población no lo va a permitir.

Con relación al mercado cambiario, sugiere “…crear una mesa de negociación entre demandantes y oferentes para fijar su precio a un nivel que convenga a todos”. ¿A quiénes invitaría a la mesa de negociación? ¿A gremialistas? ¿A importadores? ¿A exportadores? ¿A la junta de vecinos? ¿A los remesistas? ¿A los librecambistas? De nuevo, poner la decisión en el gobierno y asociaciones pro gobierno, lo único que hará es distorsionar aún más el precio de la divisa. En una economía de libre mercado, el mercado sería el escenario para encontrar el precio del dólar que convenga a todos, que por si acaso, ya lo teníamos; en un escenario que propone el colega Morales lo único que generaría son prebendas y corrupción. Se necesita cambiar el sistema de cotización de la divisa, a uno que responda a la oferta y demanda de dólares, sin la participación de políticos ni asociaciones de ninguna naturaleza.

De la misma manera el economista Morales insta a que se logren acuerdos políticos, poniendo en primer lugar la aprobación de créditos y plantea mayor control. Con lo que volvemos al punto de partida de este artículo, mayor deuda externa lo único que hace es postergar el problema principal. El país necesita sanear su economía. Los gastos del país deben ser financiados por los ingresos, continuar con más déficit fiscal y pagarlos con deuda externa no es sostenible, y mucho más conociendo las deficiencias estructurales de nuestro país, que el mismo doctor Morales los ha descrito en sus diferentes publicaciones. Algunos economistas hacen muy mal en querer suavizar los actuales problemas.

Finalmente, la población espera soluciones estructurales y no acepta postergar los problemas económicos hasta pasadas las elecciones del 2025, insistir con deuda pública de cualquier calidad para solo paliar la escasez de dólares, no es una solución; y peor aún, trasladar la subvención que hoy llega a todos los bolivianos a sólo los transportistas distorsionará aún más el comportamiento de los agentes económicos, en todo caso, que se inicie los ajustes económicos y el sinceramiento de la economía, pero sin privilegiados.

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