Integración energética: oportunidades y retos para Bolivia

La integración eléctrica en América del Sur, impulsada por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), se presenta como una estrategia clave para enfrentar los desafíos del cambio climático y satisfacer la creciente demanda energética en la región. La colaboración entre los países latinoamericanos no solo busca reducir costos y mejorar la seguridad energética, sino también avanzar hacia la descarbonización de las economías. Esta visión compartida se traduce en diversas iniciativas que abarcan desde la construcción de infraestructura hasta la creación de marcos regulatorios que faciliten el intercambio de energía.

En un escenario caracterizado por fenómenos climáticos extremos, como sequías e inundaciones, la infraestructura energética de la región ha sufrido grandes impactos, poniendo en riesgo el abastecimiento de electricidad. Ante esta situación, OLADE resalta la necesidad de un esfuerzo conjunto para construir un sistema energético resiliente que aproveche los recursos de cada país en beneficio de todos. “La integración energética involucra no solo la construcción de infraestructura, sino también la creación de espacios para compartir experiencias y desarrollar un trabajo conjunto para la planificación del futuro regional”, destaca OLADE en su reciente informe “Situación de la Integración Eléctrica en América del Sur».

Caminando hacia la integración energética
Desde el acuerdo alcanzado en la LII Reunión de Ministros de Energía en Panamá en 2022, donde se aprobó la Decisión Ministerial LII/D/566, los países de América Latina y el Caribe han reforzado su compromiso con la integración, con especial énfasis en fuentes de energía renovable. Este compromiso se ha traducido en acciones concretas, como el fortalecimiento de las interconexiones y la promoción de un mercado eléctrico regional, comenzando con el Mercado Andino Eléctrico Regional (MAER) entre Colombia, Ecuador y Perú.

La integración no solo mejora la seguridad energética y reduce los costos, sino que también contribuye significativamente a la reducción de emisiones de carbono, especialmente mediante la incorporación de energías renovables. Sin embargo, a pesar de los beneficios evidentes, la implementación de estos proyectos enfrenta barreras logísticas, financieras y regulatorias que dificultan su avance. Esto ha limitado el desarrollo de un mercado regional de electricidad a intercambios bilaterales, dejando de lado el potencial de un mercado completamente interconectado.

Proyectos y perspectivas de interconexión
En América del Sur existen varias iniciativas subregionales que buscan consolidar un sistema eléctrico interconectado. Entre ellas destacan:

El SINEA (Sistema de Interconexión Eléctrica Andina). Involucra a Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, y se espera que impulse intercambios energéticos entre estos países, especialmente una vez que se complete la interconexión a 500 kV entre Ecuador y Perú.

El SIESUR (Sistema de Integración Energética del Cono Sur). Abarca a Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, con Bolivia como potencial participante. SIESUR ha aprobado una hoja de ruta para el período 2023-2032, que se enfoca en fortalecer el marco institucional y regulatorio, desarrollar la infraestructura interconectada y mitigar el riesgo cambiario.

Arco Norte. Pretende conectar Brasil con los países de la costa norte de Sudamérica, incluyendo a Guyana, Surinam y la Guayana Francesa, un proyecto ambicioso que aún se encuentra en fase de planificación.

Estas iniciativas han mostrado avances importantes en los últimos años, como la construcción de la interconexión entre Ecuador y Perú y el diálogo técnico en el marco de SIESUR. Sin embargo, el camino hacia una integración plena sigue siendo largo. OLADE subraya que la colaboración regional se fortalecería si se superan los obstáculos regulatorios y se adoptan marcos normativos comunes que faciliten la interconexión a nivel regional.

La situación de Bolivia en el contexto regional
Bolivia, situada en el corazón de América del Sur, cuenta con un potencial estratégico importante en el marco de la integración energética regional. El país se encuentra en proceso de expansión de sus capacidades de interconexión eléctrica con varios vecinos. Esto le permitiría ampliar su participación en los mercados energéticos de la región y beneficiarse de la creciente demanda de electricidad. Sin embargo, aún existen limitaciones en términos de infraestructura y marcos regulatorios que Bolivia necesita superar para integrarse plenamente en el sistema energético suramericano.

Integración con Argentina
Bolivia mantiene actualmente una conexión activa con Argentina a través de la línea de interconexión de 132 kV entre Tartagal (Argentina) y Yacuiba (Bolivia), conocida como la interconexión Juana Azurduy de Padilla. Este enlace permite el intercambio de volúmenes de electricidad, aunque en cantidades limitadas, y ha sido fundamental para que Bolivia comience a integrarse al mercado eléctrico regional. Sin embargo, esta infraestructura está cerca de su capacidad máxima y Bolivia busca ampliar su capacidad exportadora hacia Argentina con una segunda interconexión de mayor potencia (500 kV), que está en fase de estudio.

La demanda energética en Argentina ha crecido significativamente en los últimos años, y el país ha enfrentado desafíos para abastecer sus necesidades, especialmente en periodos de alta demanda estacional. Por ello, la ampliación de la interconexión con Argentina permitiría a Bolivia no solo estabilizar sus exportaciones, sino también incrementar sus ingresos por venta de energía.

Integración con Brasil
La interconexión energética con Brasil es otra de las prioridades para Bolivia, dado que ambos países tienen una complementariedad energética notable. Bolivia posee una gran disponibilidad de gas natural, y su ubicación le permite exportar electricidad a Brasil en momentos críticos para el sistema eléctrico brasileño. Esta interconexión, que también está en fase de estudio, contempla la construcción de una línea de 500 kV que conectaría Bolivia con el sistema energético brasileño, con el objetivo de facilitar el intercambio de energía a gran escala. La interconexión con Brasil no solo permitiría aprovechar las épocas de alta generación hidroeléctrica en Brasil, sino también ofrecer respaldo en épocas de sequía o baja generación.

Actualmente, Bolivia continúa proveyendo gas natural a Brasil, lo cual subraya la relación de interdependencia energética entre ambos países. Sin embargo, expandir esta relación hacia la electricidad agregaría una nueva dimensión a su comercio energético.

Integración con Perú
Bolivia y Perú mantienen una relación energética estrecha, y ambos países han discutido la posibilidad de construir una interconexión de 230 kV entre La Paz (Bolivia) y Puno (Perú). Esta conexión permitiría a Bolivia integrarse a la región andina y participar en el futuro Mercado Andino Eléctrico Regional (MAER), que unirá a Colombia, Ecuador y Perú. Aunque actualmente esta interconexión está en fase de inventario, su concreción ampliaría las posibilidades de Bolivia en el mercado eléctrico, facilitando el intercambio de energía en función de la demanda y la oferta estacional.

La interconexión con Perú tendría beneficios adicionales, ya que permitiría a Bolivia conectarse indirectamente con Colombia y Ecuador, consolidando así su integración a un mercado de mayor escala. En un contexto en el que Perú se está preparando para una conexión de 500 kV con Ecuador en el 2027, Bolivia tendría la oportunidad de acceder a un mercado más amplio y estable.

Integración con Chile
La relación energética entre Bolivia y Chile es compleja, pero ambos países han explorado la posibilidad de construir una interconexión de 220 kV entre Laguna Colorada (Bolivia) y Chuquicamata (Chile). Chile, que ha experimentado un crecimiento sostenido de su demanda energética, se encuentra en un proceso de diversificación hacia energías renovables, especialmente solar y eólica, en su zona norte. Esta interconexión permitiría a Bolivia exportar electricidad en momentos de alta generación solar, mientras que en otros periodos Chile podría complementar el suministro boliviano.

Si bien esta conexión aún se encuentra en fase de estudio y enfrenta retos tanto técnicos como políticos, abriría la puerta para que Bolivia se integre al Sistema Interconectado del Norte Grande de Chile, un sistema robusto que podría proporcionar estabilidad y respaldo al sistema boliviano.

Integración con Paraguay
Finalmente, Bolivia y Paraguay han discutido la posibilidad de una interconexión de 220 kV, aunque esta iniciativa aún se encuentra en una etapa preliminar. Paraguay, con una alta disponibilidad de energía hidroeléctrica, especialmente proveniente de la central binacional de Itaipú, podría complementar el suministro boliviano en momentos de necesidad. Además, una interconexión con Paraguay permitiría a Bolivia diversificar su red de intercambio, generando así una mayor estabilidad en su sistema eléctrico.

El mercado energético de Paraguay es particular, dado que el país produce una gran cantidad de electricidad a bajo costo y es un exportador neto. Bolivia podría aprovechar este aspecto para importar energía en condiciones favorables, en caso de que surjan déficits internos o requerimientos estacionales elevados.

Desafíos y oportunidades
Bolivia, al avanzar en la construcción de estos enlaces de interconexión con Argentina, Brasil, Perú, Chile y Paraguay, fortalecerá su rol en el mercado eléctrico regional. El país no solo ampliará su capacidad de exportación e ingreso de divisas, sino que también potenciará su desarrollo de energías renovables y reducirá su dependencia de combustibles fósiles. Además, Bolivia se beneficiaría al contar con un sistema más flexible y resiliente que pueda responder a la variabilidad climática y a las fluctuaciones en la demanda.

Sin embargo, para aprovechar plenamente estas oportunidades, Bolivia deberá superar ciertos desafíos, entre ellos la inversión en infraestructura, la adaptación de sus políticas energéticas y la implementación de marcos regulatorios eficientes. La integración energética es un camino hacia la autosuficiencia energética, la reducción de emisiones y el crecimiento económico sostenible. Con el apoyo de instituciones como OLADE y la voluntad de cooperación de sus vecinos, Bolivia está bien posicionada para jugar un papel clave en el futuro energético de América del Sur.

Bolivia y las energías renovables
La posición geográfica de Bolivia, junto con sus recursos naturales, le otorga un potencial considerable en energías renovables. Bolivia podría beneficiarse de la demanda de energía renovable en los países vecinos, especialmente considerando que el país cuenta con un importante potencial para desarrollar energías solar, eólica e hidroeléctrica. Esto no solo permitiría a Bolivia diversificar su matriz energética, sino que también facilitaría el cumplimiento de los compromisos regionales de descarbonización.

De acuerdo con los análisis de OLADE, el avance en los proyectos de interconexión permitiría a Bolivia aprovechar las complementariedades horarias y estacionales de los recursos energéticos con sus vecinos. Por ejemplo, las exportaciones de energía podrían ajustarse a la demanda en función de las estaciones, lo que garantizaría un suministro más estable y económico para todos los países involucrados. Además, se estima que Bolivia podría reducir sus emisiones de carbono y mejorar la eficiencia energética a través de una mayor integración con sus vecinos, contribuyendo así a los objetivos climáticos de la región.

Porvenir
La integración eléctrica en América del Sur representa una oportunidad única para abordar desafíos comunes como el cambio climático, la seguridad energética y la reducción de la pobreza energética. Para Bolivia, el camino hacia una mayor interconexión con sus vecinos representa una oportunidad para diversificar su economía, potenciar sus recursos renovables y jugar un papel central en el mercado eléctrico regional. Como señala OLADE, “es imprescindible crear un sistema de integración regional con políticas y normativas comunes que garanticen un acceso justo y equitativo a la energía”, y Bolivia se encuentra en una posición ideal para beneficiarse de esta colaboración. A pesar de los avances logrados, queda mucho por hacer. Los países de América del Sur deben seguir trabajando en la creación de marcos normativos y regulatorios que permitan un intercambio energético más fluido y eficiente. Con el respaldo de instituciones como OLADE, América del Sur tiene el potencial de convertirse en un modelo de integración energética para otras regiones del mundo, mostrando cómo la cooperación y la sostenibilidad pueden ir de la mano para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

SourceLa Razón

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