La economía creativa, conocida también como economía naranja, está emergiendo como una alternativa clave para diversificar las fuentes de ingreso en Bolivia, reducir la dependencia de sectores tradicionales y generar empleos de calidad. Este modelo, basado en la creatividad, el talento humano y el conocimiento, tiene el potencial de transformar la realidad social y económica del país, al tiempo que proyecta su identidad cultural en el escenario global.
La economía naranja abarca una amplia gama de actividades basadas en la innovación y la creatividad, como las artes, el diseño, la moda, el desarrollo de software, las tecnologías financieras (Fintech), el turismo digital y la gastronomía. Según Rolando López, vicerrector de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), el gran atractivo de este modelo radica en su dependencia de un recurso inagotable: el talento humano.
A nivel global, esta economía ha demostrado ser una herramienta efectiva para abordar desafíos sociales y económicos. En Cochabamba y en Bolivia, representa una oportunidad crucial para diversificar una matriz económica históricamente basada en recursos naturales, como el gas y los minerales.
Sectores clave
Un censo realizado en 2022, por el Instituto de Progreso Económico Empresarial (IPEE), reveló que el impacto de la economía creativa se distribuye entre diversos sectores, siendo cuatro los que más sobresalen: la educación, la moda, el desarrollo de software y el ocio
La digitalización
López destaca que la digitalización es un motor clave para el crecimiento de la economía naranja en Bolivia. Tecnologías como la inteligencia artificial y las plataformas de comercio electrónico han reducido los costos de exportación y abierto puertas a mercados internacionales.
No obstante, sectores tradicionales, como las artesanías y las ferias culturales, enfrentan desafíos relacionados con la falta de infraestructura y recursos tecnológicos. Santiago Laserna, director de proyecto del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), advierte que estos obstáculos limitan el acceso de estos sectores a las oportunidades globales.
Retos estructurales
A pesar de su potencial, la economía creativa boliviana enfrenta varios obstáculos:
1. Altas cargas tributarias: Los impuestos nacionales y municipales desalientan la formalización de los emprendimientos creativos.
2. Falta de acceso al financiamiento: El sistema financiero no está adaptado a las necesidades del sector, que depende de activos intangibles como ideas y marcas.
3. Regulación desactualizada: Las plataformas digitales y los nuevos modelos de negocio requieren un marco legal que garantice condiciones equitativas.
4. Infraestructura limitada: La falta de inversión en tecnología, cultura y educación frena el desarrollo de los emprendedores.
Propuestas
López y Laserna sugieren una serie de medidas para convertir la economía naranja en un motor de desarrollo sostenible:
-Reformas tributarias: Simplificar trámites y crear incentivos fiscales para las industrias creativas.
-Infraestructura tecnológica y cultural: Establecer centros de innovación y redes digitales para apoyar a los emprendedores.
-Alianzas público-privadas: Promover incubadoras de negocios y asociaciones estratégicas para fortalecer cadenas de valor en áreas como software, turismo y gastronomía.
-Capacitación educativa: Diseñar programas que desarrollen habilidades creativas y digitales desde temprana edad.
Impacto y perspectivas
De acuerdo con Ericka Berrios, directora del IPEE, el 94% de las empresas creativas censadas generan empleo directo, con una tendencia de crecimiento en áreas como la gastronomía, el software y el diseño. Se proyecta que estos sectores lideren la generación de empleo y el aporte al Producto Interno Bruto (PIB) en los próximos cinco años.
En un contexto de crisis energética y restricciones laborales, Laserna subraya que la economía naranja puede ser una vía resiliente para aprovechar el talento boliviano y crear nuevas oportunidades. Además, este modelo no solo dinamiza la economía local, sino que también refuerza la identidad cultural de Bolivia en el ámbito internacional.
Invertir en la economía creativa no es solo una estrategia económica, sino también una apuesta por transformar la sociedad. Como concluye López: “La creatividad no es solo una alternativa, es la clave para construir un país más competitivo y resiliente”.
Con las políticas adecuadas, el talento boliviano tiene el potencial de liderar una revolución creativa, consolidándose como un recurso estratégico para las generaciones presentes y futuras.