La humanidad ingresa a la era de la electricidad

La demanda global de electricidad está atravesando una transformación histórica, según el informe Electricidad 2025, de la Agencia Internacional de Energía (AIE). El mundo está entrando en una nueva era de la electricidad, con un crecimiento sin precedentes en la demanda. Esto viene impulsado por la electrificación de edificios, transporte e industria, junto con el auge de los centros de datos, acondicionadores de aire y otros.

Un crecimiento sin precedentes
La demanda global de electricidad creció un 4.3% en 2024 y se espera que continúe aumentando cerca del 4% anual hasta 2027, equivalente a añadir cada año el consumo total de Japón. “Más de la mitad del crecimiento en 2024 provino de China, donde la demanda creció un 7%”, señala el informe.

Este ritmo acelerado refleja un cambio estructural en la matriz energética global. La electrificación masiva de sectores industriales y la acelerada adopción de tecnologías limpias han sido factores determinantes. “La expansión de centros de datos y redes 5G está contribuyendo significativamente al consumo energético global”, detalla la AIE.

La industria manufacturera, especialmente en países emergentes como China e India, se posiciona como el principal motor del aumento de la demanda eléctrica. En China, la producción de paneles solares, baterías y vehículos eléctricos generó un consumo superior a los 300 TWh en 2024, destacando la intensidad energética de estos sectores.

Climatización
En el sector residencial, el incremento en la instalación de aires acondicionados y el crecimiento de la población urbana en Asia y América Latina están generando nuevos picos de consumo. Al mismo tiempo, la adopción de vehículos eléctricos en mercados avanzados y emergentes está modificando los patrones tradicionales de demanda energética, creando nuevos retos para los sistemas eléctricos nacionales.

Sin embargo, todo esto no está pasando de manera equitativa. África, por ejemplo, sigue enfrentando importantes desafíos, con más de 600 millones de personas en la región subsahariana sin acceso a electricidad confiable. Esta desigualdad plantea interrogantes sobre la equidad energética en medio de la transición hacia sistemas más sostenibles.

La electricidad en China y los gigantes emergentes
China lidera la expansión con un crecimiento proyectado del 6% anual hasta 2027. Este auge está impulsado principalmente por el sector industrial, especialmente la fabricación de paneles solares, baterías y vehículos eléctricos, que en 2024 consumieron más de 300 TWh, el equivalente al consumo anual de Italia. Además, el crecimiento del parque de vehículos eléctricos y la rápida expansión de centros de datos y redes 5G están contribuyendo significativamente al aumento de la demanda eléctrica.

India también destaca con un crecimiento esperado del 6.3% anual, impulsado por la industrialización, el auge de los centros de datos y el incremento en el uso de aire acondicionado, especialmente en regiones con climas cálidos. La rápida electrificación de sectores clave y las inversiones en infraestructura energética están consolidando a India como un motor clave en la transición energética global.

África y sus desafíos en electricidad
En contraste, África sigue rezagada. Aunque se han logrado avances en la expansión del acceso eléctrico, más de 600 millones de personas en el África subsahariana aún carecen de electricidad confiable. Esta brecha energética limita el desarrollo económico y subraya la urgencia de políticas inclusivas que garanticen acceso universal y sostenible.

Por otro lado, América Latina presenta oportunidades significativas a través de la combinación de energías renovables y recursos naturales, presentando un gran potencial para la transición energética. Sin embargo, desafíos como la volatilidad climática y la necesidad de diversificar las matrices energéticas siguen siendo puntos críticos para la región.

Las economías avanzadas repuntan
Tras más de una década de demanda eléctrica estancada o en declive, las economías avanzadas están experimentando un repunte inesperado en el consumo de electricidad. En 2024, Estados Unidos registró un crecimiento del 2% en su demanda eléctrica, alcanzando un nuevo máximo histórico, mientras que, en la Unión Europea, aunque el consumo aún no ha recuperado los niveles previos a la pandemia, se observa una tendencia de recuperación sostenida. Según el informe de la IEA, se espera que la demanda en las economías avanzadas crezca un 15% del total mundial hasta 2027, revirtiendo años de estancamiento.

Diversos factores están impulsando este crecimiento. La masificación de los vehículos eléctricos (VE) está modificando los patrones de consumo energético, especialmente en Estados Unidos y Europa, donde los incentivos gubernamentales han acelerado la adopción de esta tecnología. Además, la expansión de los centros de datos y el auge de las criptomonedas están generando una demanda considerable de energía en sectores específicos. La creciente utilización de bombas de calor en los hogares europeos, impulsada por políticas de eficiencia energética y la necesidad de reducir la dependencia de combustibles fósiles, también está elevando el consumo residencial.

Sin embargo, este repunte plantea desafíos para las redes eléctricas. La necesidad de fortalecer la infraestructura y mejorar la capacidad de almacenamiento se vuelve esencial para evitar saturaciones y garantizar la estabilidad del suministro. La modernización de las redes inteligentes y la implementación de sistemas de respuesta a la demanda son estrategias clave para enfrentar estos retos.

Impacto en los precios de la electricidad
El incremento en la demanda también genera presiones sobre los precios de la electricidad. Aunque los costos mayoristas disminuyeron en 2024 debido a la caída en los precios de los combustibles fósiles, la volatilidad sigue siendo alta, especialmente en Europa, donde fenómenos climáticos extremos y la transición hacia energías renovables intermitentes afectan la estabilidad del mercado.

En este contexto, las economías avanzadas deben encontrar un equilibrio entre fomentar la electrificación y garantizar la resiliencia de sus sistemas energéticos. La inversión en tecnologías de almacenamiento, redes inteligentes y generación distribuida será esencial para sostener este crecimiento y cumplir con los compromisos de descarbonización establecidos en los acuerdos internacionales. El auge de las renovables

Electricidad renovable
Las energías renovables están marcando el ritmo de la transición energética global y se proyecta que cubrirán la totalidad del aumento de la demanda eléctrica hasta 2027. Entre estas fuentes, la energía solar fotovoltaica lidera el crecimiento. “La energía solar superó por primera vez al carbón en la Unión Europea en 2024, alcanzando el 10% de la generación total”, destaca el informe de la AIE. Este hito refleja el rápido abaratamiento de los costos de instalación y los avances tecnológicos que han incrementado la eficiencia de los paneles solares.

El auge de la energía eólica también juega un papel central en la diversificación de las matrices energéticas. Las inversiones en parques eólicos marinos (offshore) en Europa y Asia están consolidando esta fuente como una de las más estables y escalables del sector. China y Estados Unidos han liderado la instalación de nuevas capacidades eólicas terrestres y marinas, fortaleciendo sus sistemas eléctricos frente a las fluctuaciones en la oferta energética.

La expansión renovable no está exenta de desafíos. La intermitencia inherente a las fuentes solares y eólicas exige avances en sistemas de almacenamiento y redes inteligentes que permitan equilibrar la oferta y la demanda. En este contexto, las baterías de gran escala y el desarrollo de tecnologías emergentes como el hidrógeno verde se perfilan como soluciones clave para mitigar la variabilidad.

Hidroeléctrica
Por otro lado, la energía hidroeléctrica sigue siendo un pilar en varias regiones del mundo, especialmente en América Latina. Sin embargo, su vulnerabilidad frente a fenómenos climáticos extremos, como sequías prolongadas, subraya la necesidad de diversificar las fuentes renovables y fortalecer la resiliencia de los sistemas eléctricos.

Así, el auge de las energías renovables no solo responde a la necesidad de reducir las emisiones de carbono, sino también a la búsqueda de sistemas eléctricos más resilientes y accesibles. El éxito de esta transición dependerá de políticas públicas sólidas, inversiones estratégicas y la adopción de tecnologías innovadoras que aseguren un suministro eléctrico estable y sostenible.

Desafíos del mercado
El informe resalta la creciente volatilidad de los precios eléctricos. “Aunque los precios mayoristas cayeron un 20% en 2024 en la Unión Europea y Estados Unidos, fenómenos como los precios negativos aumentan, reflejando la necesidad de sistemas más flexibles”, alerta la AIE.

Eventos climáticos extremos, como olas de calor e inundaciones, también están desafiando la resiliencia de los sistemas eléctricos. En 2024, tormentas severas en Estados Unidos y Australia causaron cortes masivos, mientras que el fenómeno de El Niño redujo la capacidad hidroeléctrica en América Latina.

La diversificación de fuentes y la inversión en almacenamiento y redes inteligentes son claves para enfrentar estos desafíos. El informe enfatiza que “asegurar suficiente capacidad despachable y opciones de almacenamiento será esencial para fortalecer la seguridad eléctrica”.

Implicaciones para Sudamérica
Para Sudamérica, la creciente electrificación global abre oportunidades y retos únicos. Países como Brasil, Chile y Argentina se destacan por su abundancia de recursos naturales y su capacidad instalada en energías renovables. Brasil, por ejemplo, lidera la región en producción de energía hidroeléctrica y ha hecho importantes avances en energía eólica y solar. Chile, por su parte, se ha consolidado como líder en energía solar fotovoltaica, gracias a las óptimas condiciones del desierto de Atacama. Argentina también ha impulsado proyectos eólicos en la región patagónica y está ampliando su capacidad en energía solar.

La transición energética en Sudamérica ofrece una doble ventaja: reducir las emisiones de carbono y mejorar la seguridad energética. No obstante, la región enfrenta desafíos significativos. La dependencia de fuentes hidroeléctricas la hace vulnerable a fenómenos climáticos como sequías prolongadas, intensificadas por el cambio climático. Además, la limitada infraestructura de transmisión y la falta de integración regional limitan la eficiencia y la resiliencia de los sistemas eléctricos.

El desarrollo de tecnologías de almacenamiento energético, como baterías de litio —recurso del cual la región posee vastas reservas—, representa una oportunidad estratégica para diversificar las matrices energéticas y fortalecer la seguridad del suministro. Asimismo, la integración regional de redes eléctricas podría mejorar la resiliencia frente a eventos extremos y optimizar el intercambio de energía entre países.

Acceso a la electricidad
Sudamérica también enfrenta el reto de equilibrar el crecimiento energético con la inclusión social. En países como Bolivia, Paraguay y zonas rurales de Perú y Colombia, el acceso a electricidad sigue siendo limitado. Las políticas públicas deben centrarse en cerrar esta brecha, garantizando un acceso equitativo a fuentes limpias y sostenibles.

La transición energética puede ser, además, un motor de desarrollo económico. La región tiene el potencial de convertirse en líder en la producción de hidrógeno verde, aprovechando sus abundantes fuentes renovables. Iniciativas en Chile y Brasil ya están avanzando en esta dirección, atrayendo inversiones internacionales y posicionando a la región en el mercado global de energías limpias.

Entonces, Sudamérica tiene la oportunidad de consolidarse como un actor clave en la transición energética global. Sin embargo, esto requiere estrategias coordinadas, inversiones en infraestructura, innovación tecnológica y políticas inclusivas que aseguren que los beneficios lleguen a toda la población. La clave estará en equilibrar desarrollo económico, sostenibilidad ambiental y justicia social en esta nueva era de la electricidad.

SourceLa Razón

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