La transición energética en Chile avanza con pasos firmes y apoyada por una inserción cada vez más notable de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) en la matriz eléctrica nacional, especialmente de generación solar y eólica. Sin embargo, estas fuentes limpias conllevan múltiples desafíos que vienen dados por su naturaleza intermitente, lo que, hasta ahora, ha impedido asegurar la estabilidad y seguridad del servicio, sin que exista la participación de tecnologías tradicionales en base a combustibles fósiles.
En este escenario de necesidad de seguridad y estabilidad del servicio, los sistemas de almacenamiento a gran escala emergen como una tecnología clave para resolver estos desafíos, especialmente para almacenar energía excedente producida en gran parte en el norte del país, en horas del día, y usarla en la noche cuando se necesite.
De acuerdo con datos suministrados por Ana Lía Rojas, directora ejecutiva de la Asociación de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera, A.G.), durante la última década, el sector eléctrico en Chile ha experimentado un desarrollo importante de proyectos de ERNC, segmento que en la actualidad alcanza sobre 18 GW, constituyendo el 49% de la capacidad instalada del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y generando cerca del 40% de la energía eléctrica de Chile.
“En este contexto, el almacenamiento de energía aparece como un pilar estratégico para la transición energética en Chile, complementando a las energías renovables y caracterizándose por su naturaleza multiservicio, que le permite contribuir activamente en los distintos mercados en los cuales se organiza nuestra regulación eléctrica”, complementa la ejecutiva de Acera A.G.
En ese mismo orden de ideas, Rodrigo Sáez, gerente general de EnergySage, ve en el almacenamiento de energía un elemento habilitador crítico para la operación segura del SEN, en un contexto de alta penetración renovable. “El evento del 25 de febrero de 2025, donde aproximadamente 1.200 MW se desconectaron prematuramente, evidenció la necesidad de recursos con capacidad de respuesta en milisegundos para mantener la estabilidad sistémica”.
Agrega Sáez que “desde una perspectiva económica, el almacenamiento resuelve la paradoja actual del mercado: costos marginales en US$0/MWh durante horario solar en 8 de 12 meses, contrastando con valores de US$60-130/MWh en horas punta. Esta volatilidad, más que un desafío operacional, constituye una oportunidad de captura de valor que el almacenamiento puede materializar mediante arbitraje energético”.
Céline Assémat, regional practice lead de DNV, ofrece una visión de futuro sobre el rol de los sistemas de almacenamiento en los próximos años y en el marco de las metas de carbono neutralidad que se ha trazado el sector eléctrico nacional. “En Chile, el almacenamiento a través de sistemas de baterías va a ser clave para reducir curtailment (en 2024 se perdió un 17% de la energía solar y eólica disponible) y poder integrar más renovables”.
Agrega la experta de DNV que, al desplazar el exceso de energía renovable del día hacia la noche, las baterías van a permitir reducir la necesidad de despachar fuentes fósiles y contaminantes en horas nocturnas, minimizando también, en el caso del carbón, la necesidad de mantener las unidades encendidas durante el día debido al mínimo técnico.
¿Cuánto almacenaminto se necesita?
Para Ana Lía Rojas es importante destacar primero el rápido despliegue que se viene observando de los sistemas de almacenamiento desde el año 2024, siendo que al 30 de julio de 2025 se cuenta con un total de 1,7 GW de almacenamiento conectado al sistema, entre operación (1 GW) y pruebas (0,7 GW) y además de un pipeline de 4,8 GW de proyectos declarados en construcción.
Sin embargo, asegura Rojas que la transición energética y la sustitución de combustibles fósiles requerirá varios GW de potencia y decenas de GWh de energía almacenada hacia 2030–2035 para cumplir las metas de descarbonización y resiliencia. “La magnitud dependerá del ritmo de electrificación de sectores como minería, transporte, industria y residencial; de la velocidad de retiro de centrales a carbón, del desarrollo de la industria del hidrógeno verde; entre otros”.
De acuerdo con un estudio reciente encargado por Acera A.G al Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), a fin de determinar las necesidades de inversión requerida para una operación cero emisiones en el SEN, este determinó que el sistema requerirá entre 7,4 y 15,6 GW de capacidad instalada de sistemas de almacenamiento al 2035, dependiendo del escenario.
Según estimaciones de Céline Assémat, en la actualidad quedan poco menos de 4 GW de carbón en el sistema: “En el escenario energético más extremo, donde se necesiten todas esas unidades para suministrar energía de noche en los meses de invierno, necesitaríamos alrededor de 13 GW de baterías de 5 horas. Sin embargo, en la realidad no estamos observando un despacho completo de las centrales a carbón, dada la participación de otras tecnologías, por ello, y basándonos en datos históricos del último año y medio, sería suficiente la instalación de un total de 9 GW de baterías de 5 horas para dejar de usar carbón”.
Servicios complementarios
Los expertos consultados coincidieron en que además de sus principales atributos para entregar respaldo al sistema, especialmente en horas de la noche, el almacenamiento ofrece un valor agregado en Servicios Complementarios (SSCC) y capacidades técnicas superiores incomparables con tecnologías convencionales, tal como lo explica Rodrigo Sáez.
“La velocidad de respuesta en milisegundos versus minutos marca una diferencia cualitativa en el mantenimiento de la estabilidad de frecuencia y, además, la capacidad de proveer múltiples servicios simultáneamente (control de frecuencia, tensión y arbitraje), representa una ventaja operacional y económica fundamental”, detalla el ejecutivo de EnergySage.
Sin embargo, según expone Céline Assémat, el desempeño de los sistemas de almacenamiento es menor en término de cortocircuito. “En particular, sobre control de frecuencia, las baterías tienen tiempos de respuesta extremadamente rápidos -de milisegundos-, que les permitirían proveer un control rápido de frecuencia (si la Comisión Nacional de Energía lo definiera como un servicio necesario de suministrar), un servicio que no pueden entregar las tecnologías convencionales”.
Finalmente, para Ana Lía Rojas, “los SSCC provistos por el almacenamiento permiten mantener la confiabilidad otorgada tradicionalmente por las tecnologías convencionales, pero con una huella ambiental significativamente menor y con ahorros sistémicos”.
Avance en tecnologías
Sobre la visión tecnológica en este segmento, Rodrigo Saez ofrece información relevante que muestra cómo el desarrollo de los actuales sistemas de almacenamiento trasciende las baterías de ion-litio.
“Las tecnologías de larga duración (LDES), entre 8 y 24 horas de duración, están alcanzando madurez comercial con sus primeros proyectos de escala comercial y anuncios de relevancia mundial. Sistemas basados en CO 2 licuado, baterías de hierro-aire con duraciones superiores a 100 horas, y almacenamiento térmico representan soluciones complementarias para diferentes aplicaciones”, comenta Sáez.
El ejecutivo agrega que, para avanzar en la incorporación de esta tecnología, Chile posee ventajas competitivas estructurales que facilitarían esta inserción: “Demanda minera dispuesta a pagar por energía sustentable con imperativa necesidad de confiabilidad, condiciones geográficas ideales para diferentes tecnologías LDES, y un sistema eléctrico que enfrenta hoy los desafíos que otros mercados experimentarán en el futuro”.